Introducción.-
La fuente de nuestras investigaciones es el fondo de Visitas Pastorales custodiado en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla, serie que se ha visto favorecida con una reciente reordenación, signaturado y reubicación de la documentación enlegajada, haciéndose tablas de equivalencia e incorporándose al fondo documentación por inventariar.
Con todo ello, hoy se puede decir que es uno de los fondos más consultados tanto por la extensión geográfica de la zona que abarca, la antigua archidiócesis hispalense, como por la riqueza de sus informes, y el preciosismo de detalles que frecuentemente llega a fotografiar tanto el aspecto material de la Visita Pastoral, del que ahora nos ocuparemos; como la otra vertiente de la Visita, la que nos informa del aspecto humano, de las actitudes y de las conductas de clérigos y laicos:la "Visitatio Hominum".
La "Visitatio Rerum" se ocupa de la iglesia y sus dependencias, edificio, decoración, muebles, archivo, osario, baptisterio, economía, fundaciones y obras pías, conventos, hospitales, hospicios... En este sentido no se debe olvidar la aportación de la Visita Pastoral a la conservación del patrimonio histórico artístico.
La Visita.-
La visita es un deber pastoral ligado al ministerio del obispo, por medio del cual inspecciona y hace efectiva su presencia en las distintas parroquias de su jurisdicción archidiocesana, dirigiendo y gobernando la vida individual y colectiva de la comunidad de fieles, clérigos ó laicos, y realizando también otras funciones que le son propias, tales como impartir el sacramento de la confirmación, la dedicación de altares..., con una periodicidad que puede establecerse en cuatro años a partir de la toma de posesión de su sede episcopal[1].
Podrá delegar el prelado en la persona de un ministro o Visitador eclesiástico, quien examina la diócesis con el fin de "desarraigar vicios, plantar y enseñar sana y cathólica Doctrina, defender, fomentar y aiudar la virtud para que cresca más y más, para onra y gloria del Señor, bien y aprovechamiento de las almas, obrando en todo con mucha prudenzia y vigilante celo, con oficiosa solicitud..."[2]. Y ha de ir además "con el menor gasto y aparato que fuere posible, como se prebiene y manda por el Santo Concilio de Trento...".
La Iglesia deja sentir su presencia orgánica, los visitadores, manos y pies, ojos y lengua del prelado, informarán a la cabeza rectora de todo lo que pueda afectar a la Ley de Dios y a sus los proyectos de ponerla en práctica.
La Visita Pastoral, muy olvidada con anterioridad al Concilio de Trento, es aquí donde toma fuerza, siendo ahora cuando se reconoce el estado de abandono de la Iglesia por parte de ministros y prelados, y el lamentable clima de crisis, ignorancia y corrupción que la envolvía. La obligatoriedad de la Visita queda establecida en Trento con periodicidad en función de la geografía eclesiástica[3]. Habría de ser realizada obligatoriamente por el obispo sólo el año de la toma de posesión de su cargo, pudiendo a partir de entonces, delegar en la figura del Visitador eclesiástico.
En Trento se corrige también el grave y frecuente problema del absentismo de los ordinarios de su sede episcopal, estableciéndose la obligatoriedad de la residencia y el gobierno personal de los asuntos de su diócesis, que en ocasiones hubieron de ser atendidos por el vicario capitular. La documentación, que a partir de ahora nace del ejercicio de este gobierno pastoral, quedará retenida en el Archivo Arzobispal que verá en lo sucesivo incrementar sus fondos.
Pasado Trento, la práctica de la visita quedó regulada en las Constituciones Sinodales y en las Instrucciones a los Visitadores de este Arzobispado[4]. Además de las Sinodales y el Concilio de Trento[5], el visitador habría de llevar el título o despacho, junto con título de notario y de contador, itinerarios de su visita, edicto de pecados públicos, los mandatos de la visita anterior, los títulos de nombramientos, "un libro de bastantes folios en que se apunten las visitas..., otro libro en que se ponga por testimonio con día, mes y año, y testigos, las visitas...". Debiendo poner "especial cuidado en la guarda y custodia de los papeles..." para que "con más eficacia y estimazión se cumpla con el empleo".
Las visitas concluyen con una serie de "mandatos", instrumentos de control y dirección de la diócesis que tienen la finalidad de mejorar la vida parroquial y la atención pastoral a los fieles. A través de ellos podemos ver la evolución de la Parroquia, como se cumple lo dictaminado en anteriores Visitas, y sobre qué aspectos se incide, más ó menos, según las distintas poblaciones, según las distintas parroquias. En ocasiones veremos dictaminar de forma similar al visitador para varias comunidades, ó reincidir sobre determinadas cuestiones, visita tras visita. Así será frecuente ver expresiones tales como: "Ytem que con toda brevedad se executen los mandatos 18, 19, 20, 21, 25, 26, 28, 33, 34, 36, y 37 que en Visita pasada dejó Vuestra Ilustrísima..."[6]; y con frecuencia aparecerá la indicación de que se cumpla lo estatuido en las Constituciones Sinodales y en los mandatos de las anteriores visitas, "en quanto no fueren contrarios a los que aquí irán expresados, especialmente los que hablan sobre reformación de costumbres, y que los capitulados para casarse no se comuniquen hasta efectuarse el matrimonio; sobre la desencia y áuito talar, que deuen traer los eclesiásticos en poblado y en el campo, a lo menos su cuello y áuito hasta la rodilla; sobre la asistencia al coro los domingos y días festiuos, a primeras y segundas vísperas; sobre que todos los sábados, después de vísperas, en la sacristía v otro sitio desente se junten a conferencias morales, y vn sábado de cada mes, sobre casos ocurrentes y seremonias del Santo Sacrificio de la misa, deuiendo los curas alternativamente de vno por otro, poner zédula en dicha sacristía del caso o questión que se a de tratar..."[7].
Una vez finalizada la Visita, y con un márgen de cuatro meses, según indican las instrucciones que han de observar los visitadores, ha de mandarse a la Secretaría de Cámara copia de los Mandatos de Visita dentro de un márgen de cuatro meses, anotando al margen si se han cumplido, y los que no la razón; las Instrucciones indican además, que se obligue a su cumplimiento.
La Documentación.-
De todo queda constancia en los Libros de Visitas Pastorales, aunque consideraremos que nuestra fuente adolece de cierta parcialidad al estar condicionada por el carácter y la subjetividad del visitador, a pesar de que la objetividad estará recomendada siempre en las Instrucciones[8]. Añadiremos cierta "indiscreción" que reseña nombres, apellidos, apodos, incluso características físicas que identifican a los sujetos en cuestión[9]. Generalmente no suele encontrarse en un Libro toda la documentación generada con motivo de la Visita, y además ciertos casos llegan al obispo por la via reservada del pliego secreto. Por otra parte, la documentación que no se encuentra encuadernada en los Libros de Visitas[10], que complementa a la anterior, y completa el fondo que constituye la serie Visitas Pastorales, y que encontraremos hoy ordenada, signaturada y enlegajada en diecisiete unidades de instalación.
La fuente de nuestros estudios presenta un esquema fácil de seguir, de aquí que los investigadores frecuenten su consulta y de la misma nazcan abundantes trabajos sobre historia local, historia diocesana, historia archidiocesana, dando pie, sin duda, a un interesante estudio comparativo de la documentación sobre Visitas de las distintas zonas de la geografía religiosa española. Su claridad esquemática hace que cualquiera se acerque a ellos, y esto deviene en que no siempre se trate y estudie este fondo con el debido rigor y respeto. De esta caudalosa fuente diremos que se pueden extraer estudios de la índole más diversa: liturgia, derecho canónico, religiosidad popular, antropología, toponímia, estudios geográficos, arqueológicos, demográficos, sociológicos, artísticos, arquitectónicos, etc. Y sin duda, de todo ello, se van a deducir las vivencias, sentimientos y prácticas cristianas, moral individual y colectiva, tanto de clérigos como de laicos.
La documentación contenida en el Archivo General del Arzobispado relativa a Visitas Pastorales va del siglo XVI hasta fines del XIX. La serie está constituida por diecisiete legajos y ochenta y dos libros de Visitas Pastorales, encuadernados en pergamino, que esencialmente incluyen informes, resultas de visitas, escrutinio de eclesiásticos y mandatos en papel verjurado. A veces el papel aparece acribillado por el efecto de las tintas metaloácidas; en otros casos la conservación del papel es buena, pero la humedad ha desvaído las tintas; y en otras ocasiones la conservación es perfecta.
Los Libros incluyen todas las parroquias de la antigua archidiócesis hispalense, documentación que evidentemente no ha sido transferida con la creación de nuevos obispados, ya que las distintas visitas se encuentran juntas encuadernadas en pergamino.
Los lomos y portadas de los Libros suelen estar intitulados "Informes del Estado de las Vicarías", "Escrutinios de ...", "Libro de Mandatos de Visitas de...", "Libro de Autos de Visitas", "Libro de lo visitado en las villas de...". Pueden o no aparecer indizados, con indicación del folio en que se encuentran las visitas. No podemos decir que se caractericen por su homogeneidad. Las parroquias visitadas pueden aparecer en índice siguiendo el orden alfabético. A veces, el orden en que aparecen relacionadas en el interior es indicativo de los itinerarios de visitas seguidos por los distintos comisionados.
En otras ocasiones aparece el índice bien estructurado alfabéticamente, con indicación del folio en el que se encuentran las distintas parroquias, y año en que se dió fin a la inspección e informaciones. Ya en el siglo XVIII, suelen indicarse en los índices el nombre del visitador, junto a lo que se relacionan las parroquias por él visitadas; y apareciendo también sus nombres en los lomos de los libros.
Las encuadernaciones en pergamino, siempre algo reseco, dejan con frecuencia entrever las formas animales, y sus broches de cuero, con frecuencia rotos, nos hablan de las frecuentes consultas de las que ha sido objeto este fondo. También veremos huellas de algún roedor, muestra de la fauna archivófaga que por siglos ha campeado por el AGAS, aunque, ya hace años, no se ven muestras vitales de ningún roedor. Hoy los Libros y la documentación enlegajada han quedado todos incluidos y protegidos en cajas, que generalmente contienen un solo Libro, dado el grueso volumen de los mismos. Los legajos, como más arriba se refería, han sido ordenados, signaturados y reubicados convenientemente, formando hoy parte de la sección Administración General.
La letra empleada en estos documentos es la humanística o itálica, más o menos redonda o cursiva, más o menos cuidada y clara dependiendo de la solemnidad de los documentos.
Las Carta Informes, despachos entre un ministro eclesiástico, el Visitador, y el Arzobispo. Escritos a la usanza, empiezan con la invocación monogramática, pequeña cruz sobre el margen superior del folio, a la que sigue la dirección, que emplea el tratamiento de: Ilustrísimo Señor, con lo que ya sabemos que la carta va sin duda alguna, dirigida al obispo.
Dejando un amplio margen, se empezaba a escribir en el medio del folio, formato previsto para que el efecto del mordiente de las tintas metaloácidas no afectase el vuelto del folio. Presentan cláusulas de cierre y cortesía muy rebuscadas pero preciosas, siendo reflejo fiel de la obediencia ciega, servidumbre y sumisión al prelado: "...y con esto no tengo otra cosa que poner en la considerazión de vuestra excelencia, a cuios pies quedo rogando a Dios guarde a vuestra excelencia los muchos años que ha menester. Niebla y junio 21 de 1711 / Excelentísimo Señor, Mi Señor / Besa los Pies de Vuestra Excelencia su más rendido Criado / D. Gregorio Luís Zapata y Palafox (rúbrica)[11].
Pero los informes están condicionados al carácter del visitador, moldeados por Trento, sin duda, pero modelados después por el punto de vista, juicios y criterios de los distintos visitadores, pese a que las Constituciones Sinodales, y las mismas Instrucciones a los Visitadores no dejan de recomendar objetividad. Veremos por ejemplo, el tono coloquial como escribe al prelado el visitador Rodrigo Caro en el primer documento que aparece sobre la villa de Lepe, con fecha de 1622-VI-8, en cuyo pie incluso aparece una postdata: "Un criado se me ahogó en este río de Niebla que me tiene muy lastimado, porque era un ombre de bien, ruegue vuestra merced a Dios por él"[12].
Las informaciones son realizadas generalmente por notarios apostólicos, apareciendo asimismo traslados de escrituras y certificaciones de escribanos públicos, con lo que vemos distintas manos en la ejecución de los documentos de una misma Visita.
Con frecuencia aparecen extractillos sobre el margen que agilizaban la información, reflejan la evolución o el desenlace de los distintos casos.
Veremos distintos tipos documentales, alguno difícil de encontrar aunque muy aludido en los informes, nos referimos al edicto de convocatoria; encontraremos además entre las resultas de visitas los edictos de pecados públicos; oficios de remisión y cartas anunciando el envío de pliegos secretos; los pliegos secretos, de laicos, de eclesiásticos, o de ambos a un tiempo; las carta informes al prelado, a la que suelen acompañar siendo a veces inherentes a la misma los informes sobre jurisdicción y señorío, escrutinio del pueblo, informes de escándalos y pecados públicos, informes o escrutinio de eclesiásticos, informes de conventos, hospitales, hermandades y cofradías; cuentas de fábrica; alcances de capellanías y patronatos; colecturía.
Los asuntos escabrosos se resuelven por vía secreta y directa al prelado, utilizando los así mismos llamados "Pliegos Secretos", procedimiento seguido para guardar la intimidad de los individuos, así como para la enmienda de conductas en orden a que no se resienta la moral colectiva. Últimamente han sido controlados buen número de estos Pliegos, que aparecieron en el Archivo General del Arzobispado aún por inventariar.
La fuente de nuestras investigaciones es el fondo de Visitas Pastorales custodiado en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla, serie que se ha visto favorecida con una reciente reordenación, signaturado y reubicación de la documentación enlegajada, haciéndose tablas de equivalencia e incorporándose al fondo documentación por inventariar.
Con todo ello, hoy se puede decir que es uno de los fondos más consultados tanto por la extensión geográfica de la zona que abarca, la antigua archidiócesis hispalense, como por la riqueza de sus informes, y el preciosismo de detalles que frecuentemente llega a fotografiar tanto el aspecto material de la Visita Pastoral, del que ahora nos ocuparemos; como la otra vertiente de la Visita, la que nos informa del aspecto humano, de las actitudes y de las conductas de clérigos y laicos:la "Visitatio Hominum".
La "Visitatio Rerum" se ocupa de la iglesia y sus dependencias, edificio, decoración, muebles, archivo, osario, baptisterio, economía, fundaciones y obras pías, conventos, hospitales, hospicios... En este sentido no se debe olvidar la aportación de la Visita Pastoral a la conservación del patrimonio histórico artístico.
La Visita.-
La visita es un deber pastoral ligado al ministerio del obispo, por medio del cual inspecciona y hace efectiva su presencia en las distintas parroquias de su jurisdicción archidiocesana, dirigiendo y gobernando la vida individual y colectiva de la comunidad de fieles, clérigos ó laicos, y realizando también otras funciones que le son propias, tales como impartir el sacramento de la confirmación, la dedicación de altares..., con una periodicidad que puede establecerse en cuatro años a partir de la toma de posesión de su sede episcopal[1].
Podrá delegar el prelado en la persona de un ministro o Visitador eclesiástico, quien examina la diócesis con el fin de "desarraigar vicios, plantar y enseñar sana y cathólica Doctrina, defender, fomentar y aiudar la virtud para que cresca más y más, para onra y gloria del Señor, bien y aprovechamiento de las almas, obrando en todo con mucha prudenzia y vigilante celo, con oficiosa solicitud..."[2]. Y ha de ir además "con el menor gasto y aparato que fuere posible, como se prebiene y manda por el Santo Concilio de Trento...".
La Iglesia deja sentir su presencia orgánica, los visitadores, manos y pies, ojos y lengua del prelado, informarán a la cabeza rectora de todo lo que pueda afectar a la Ley de Dios y a sus los proyectos de ponerla en práctica.
La Visita Pastoral, muy olvidada con anterioridad al Concilio de Trento, es aquí donde toma fuerza, siendo ahora cuando se reconoce el estado de abandono de la Iglesia por parte de ministros y prelados, y el lamentable clima de crisis, ignorancia y corrupción que la envolvía. La obligatoriedad de la Visita queda establecida en Trento con periodicidad en función de la geografía eclesiástica[3]. Habría de ser realizada obligatoriamente por el obispo sólo el año de la toma de posesión de su cargo, pudiendo a partir de entonces, delegar en la figura del Visitador eclesiástico.
En Trento se corrige también el grave y frecuente problema del absentismo de los ordinarios de su sede episcopal, estableciéndose la obligatoriedad de la residencia y el gobierno personal de los asuntos de su diócesis, que en ocasiones hubieron de ser atendidos por el vicario capitular. La documentación, que a partir de ahora nace del ejercicio de este gobierno pastoral, quedará retenida en el Archivo Arzobispal que verá en lo sucesivo incrementar sus fondos.
Pasado Trento, la práctica de la visita quedó regulada en las Constituciones Sinodales y en las Instrucciones a los Visitadores de este Arzobispado[4]. Además de las Sinodales y el Concilio de Trento[5], el visitador habría de llevar el título o despacho, junto con título de notario y de contador, itinerarios de su visita, edicto de pecados públicos, los mandatos de la visita anterior, los títulos de nombramientos, "un libro de bastantes folios en que se apunten las visitas..., otro libro en que se ponga por testimonio con día, mes y año, y testigos, las visitas...". Debiendo poner "especial cuidado en la guarda y custodia de los papeles..." para que "con más eficacia y estimazión se cumpla con el empleo".
Las visitas concluyen con una serie de "mandatos", instrumentos de control y dirección de la diócesis que tienen la finalidad de mejorar la vida parroquial y la atención pastoral a los fieles. A través de ellos podemos ver la evolución de la Parroquia, como se cumple lo dictaminado en anteriores Visitas, y sobre qué aspectos se incide, más ó menos, según las distintas poblaciones, según las distintas parroquias. En ocasiones veremos dictaminar de forma similar al visitador para varias comunidades, ó reincidir sobre determinadas cuestiones, visita tras visita. Así será frecuente ver expresiones tales como: "Ytem que con toda brevedad se executen los mandatos 18, 19, 20, 21, 25, 26, 28, 33, 34, 36, y 37 que en Visita pasada dejó Vuestra Ilustrísima..."[6]; y con frecuencia aparecerá la indicación de que se cumpla lo estatuido en las Constituciones Sinodales y en los mandatos de las anteriores visitas, "en quanto no fueren contrarios a los que aquí irán expresados, especialmente los que hablan sobre reformación de costumbres, y que los capitulados para casarse no se comuniquen hasta efectuarse el matrimonio; sobre la desencia y áuito talar, que deuen traer los eclesiásticos en poblado y en el campo, a lo menos su cuello y áuito hasta la rodilla; sobre la asistencia al coro los domingos y días festiuos, a primeras y segundas vísperas; sobre que todos los sábados, después de vísperas, en la sacristía v otro sitio desente se junten a conferencias morales, y vn sábado de cada mes, sobre casos ocurrentes y seremonias del Santo Sacrificio de la misa, deuiendo los curas alternativamente de vno por otro, poner zédula en dicha sacristía del caso o questión que se a de tratar..."[7].
Una vez finalizada la Visita, y con un márgen de cuatro meses, según indican las instrucciones que han de observar los visitadores, ha de mandarse a la Secretaría de Cámara copia de los Mandatos de Visita dentro de un márgen de cuatro meses, anotando al margen si se han cumplido, y los que no la razón; las Instrucciones indican además, que se obligue a su cumplimiento.
La Documentación.-
De todo queda constancia en los Libros de Visitas Pastorales, aunque consideraremos que nuestra fuente adolece de cierta parcialidad al estar condicionada por el carácter y la subjetividad del visitador, a pesar de que la objetividad estará recomendada siempre en las Instrucciones[8]. Añadiremos cierta "indiscreción" que reseña nombres, apellidos, apodos, incluso características físicas que identifican a los sujetos en cuestión[9]. Generalmente no suele encontrarse en un Libro toda la documentación generada con motivo de la Visita, y además ciertos casos llegan al obispo por la via reservada del pliego secreto. Por otra parte, la documentación que no se encuentra encuadernada en los Libros de Visitas[10], que complementa a la anterior, y completa el fondo que constituye la serie Visitas Pastorales, y que encontraremos hoy ordenada, signaturada y enlegajada en diecisiete unidades de instalación.
La fuente de nuestros estudios presenta un esquema fácil de seguir, de aquí que los investigadores frecuenten su consulta y de la misma nazcan abundantes trabajos sobre historia local, historia diocesana, historia archidiocesana, dando pie, sin duda, a un interesante estudio comparativo de la documentación sobre Visitas de las distintas zonas de la geografía religiosa española. Su claridad esquemática hace que cualquiera se acerque a ellos, y esto deviene en que no siempre se trate y estudie este fondo con el debido rigor y respeto. De esta caudalosa fuente diremos que se pueden extraer estudios de la índole más diversa: liturgia, derecho canónico, religiosidad popular, antropología, toponímia, estudios geográficos, arqueológicos, demográficos, sociológicos, artísticos, arquitectónicos, etc. Y sin duda, de todo ello, se van a deducir las vivencias, sentimientos y prácticas cristianas, moral individual y colectiva, tanto de clérigos como de laicos.
La documentación contenida en el Archivo General del Arzobispado relativa a Visitas Pastorales va del siglo XVI hasta fines del XIX. La serie está constituida por diecisiete legajos y ochenta y dos libros de Visitas Pastorales, encuadernados en pergamino, que esencialmente incluyen informes, resultas de visitas, escrutinio de eclesiásticos y mandatos en papel verjurado. A veces el papel aparece acribillado por el efecto de las tintas metaloácidas; en otros casos la conservación del papel es buena, pero la humedad ha desvaído las tintas; y en otras ocasiones la conservación es perfecta.
Los Libros incluyen todas las parroquias de la antigua archidiócesis hispalense, documentación que evidentemente no ha sido transferida con la creación de nuevos obispados, ya que las distintas visitas se encuentran juntas encuadernadas en pergamino.
Los lomos y portadas de los Libros suelen estar intitulados "Informes del Estado de las Vicarías", "Escrutinios de ...", "Libro de Mandatos de Visitas de...", "Libro de Autos de Visitas", "Libro de lo visitado en las villas de...". Pueden o no aparecer indizados, con indicación del folio en que se encuentran las visitas. No podemos decir que se caractericen por su homogeneidad. Las parroquias visitadas pueden aparecer en índice siguiendo el orden alfabético. A veces, el orden en que aparecen relacionadas en el interior es indicativo de los itinerarios de visitas seguidos por los distintos comisionados.
En otras ocasiones aparece el índice bien estructurado alfabéticamente, con indicación del folio en el que se encuentran las distintas parroquias, y año en que se dió fin a la inspección e informaciones. Ya en el siglo XVIII, suelen indicarse en los índices el nombre del visitador, junto a lo que se relacionan las parroquias por él visitadas; y apareciendo también sus nombres en los lomos de los libros.
Las encuadernaciones en pergamino, siempre algo reseco, dejan con frecuencia entrever las formas animales, y sus broches de cuero, con frecuencia rotos, nos hablan de las frecuentes consultas de las que ha sido objeto este fondo. También veremos huellas de algún roedor, muestra de la fauna archivófaga que por siglos ha campeado por el AGAS, aunque, ya hace años, no se ven muestras vitales de ningún roedor. Hoy los Libros y la documentación enlegajada han quedado todos incluidos y protegidos en cajas, que generalmente contienen un solo Libro, dado el grueso volumen de los mismos. Los legajos, como más arriba se refería, han sido ordenados, signaturados y reubicados convenientemente, formando hoy parte de la sección Administración General.
La letra empleada en estos documentos es la humanística o itálica, más o menos redonda o cursiva, más o menos cuidada y clara dependiendo de la solemnidad de los documentos.
Las Carta Informes, despachos entre un ministro eclesiástico, el Visitador, y el Arzobispo. Escritos a la usanza, empiezan con la invocación monogramática, pequeña cruz sobre el margen superior del folio, a la que sigue la dirección, que emplea el tratamiento de: Ilustrísimo Señor, con lo que ya sabemos que la carta va sin duda alguna, dirigida al obispo.
Dejando un amplio margen, se empezaba a escribir en el medio del folio, formato previsto para que el efecto del mordiente de las tintas metaloácidas no afectase el vuelto del folio. Presentan cláusulas de cierre y cortesía muy rebuscadas pero preciosas, siendo reflejo fiel de la obediencia ciega, servidumbre y sumisión al prelado: "...y con esto no tengo otra cosa que poner en la considerazión de vuestra excelencia, a cuios pies quedo rogando a Dios guarde a vuestra excelencia los muchos años que ha menester. Niebla y junio 21 de 1711 / Excelentísimo Señor, Mi Señor / Besa los Pies de Vuestra Excelencia su más rendido Criado / D. Gregorio Luís Zapata y Palafox (rúbrica)[11].
Pero los informes están condicionados al carácter del visitador, moldeados por Trento, sin duda, pero modelados después por el punto de vista, juicios y criterios de los distintos visitadores, pese a que las Constituciones Sinodales, y las mismas Instrucciones a los Visitadores no dejan de recomendar objetividad. Veremos por ejemplo, el tono coloquial como escribe al prelado el visitador Rodrigo Caro en el primer documento que aparece sobre la villa de Lepe, con fecha de 1622-VI-8, en cuyo pie incluso aparece una postdata: "Un criado se me ahogó en este río de Niebla que me tiene muy lastimado, porque era un ombre de bien, ruegue vuestra merced a Dios por él"[12].
Las informaciones son realizadas generalmente por notarios apostólicos, apareciendo asimismo traslados de escrituras y certificaciones de escribanos públicos, con lo que vemos distintas manos en la ejecución de los documentos de una misma Visita.
Con frecuencia aparecen extractillos sobre el margen que agilizaban la información, reflejan la evolución o el desenlace de los distintos casos.
Veremos distintos tipos documentales, alguno difícil de encontrar aunque muy aludido en los informes, nos referimos al edicto de convocatoria; encontraremos además entre las resultas de visitas los edictos de pecados públicos; oficios de remisión y cartas anunciando el envío de pliegos secretos; los pliegos secretos, de laicos, de eclesiásticos, o de ambos a un tiempo; las carta informes al prelado, a la que suelen acompañar siendo a veces inherentes a la misma los informes sobre jurisdicción y señorío, escrutinio del pueblo, informes de escándalos y pecados públicos, informes o escrutinio de eclesiásticos, informes de conventos, hospitales, hermandades y cofradías; cuentas de fábrica; alcances de capellanías y patronatos; colecturía.
Los asuntos escabrosos se resuelven por vía secreta y directa al prelado, utilizando los así mismos llamados "Pliegos Secretos", procedimiento seguido para guardar la intimidad de los individuos, así como para la enmienda de conductas en orden a que no se resienta la moral colectiva. Últimamente han sido controlados buen número de estos Pliegos, que aparecieron en el Archivo General del Arzobispado aún por inventariar.
Los distintos formularios pueden aparecer impresos, dejando en blanco espacios previstos para las respuestas, que se completan a mano. En otras ocasiones se contesta directamente a las preguntas, sin que éstas aparezcan en el folio.
Si tomamos como referencia los escrutinios de eclesiásticos, veremos como las informaciones generalmente siguen un orden que, comprobamos, es el de los cuestionarios, muchos de los cuales aparecen impresos. Se destaca por medio de llamadas al clérigo en cuestión, o se extraen sobre el margen los nombres de los distintos sujetos. Otras veces encontraremos varias páginas preparadas para recoger información sobre presbíteros, sobre los diáconos, subdiáconos y minoristas.
La estructura misma de la documentación facilita la confección de cuadros sinópticos, así como facilita y racionaliza nuestras investigaciones, a la vez que hace posibles estudios estadísticos.
Mientras que en el siglo XVI y primeros años del XVII la documentación aparece suelta o en cuadernillos tamaño folio, o en cuarto, ya en el XVIII los informes de los visitadores serán más amplios y completos, se homogeneizan criterios, sin duda los decretos de las Constituciones Sinodales están aquí presentes. Se seguirá una misma línea informativa, y la Carta al prelado encabezará siguiendo los informes sobre las distintas cuestiones, como epígrafes de la misma, organizándose las resultas de una parroquia perfectamente, y adquiriendo unidad y entidad por sí. Cada vez se sistematiza más la información, hasta que llegando al XIX la información se hace exsahustiva en densos esquemas preparados para responder, con la mayor brevedad y precisión, a todas las cuestiones de interés dentro de una Visita Pastoral.
La sistematización hace posible una más concienzuda fiscalización, moral y material, y una más ágil y rápida información al prelado. El siglo XIX ofrece unos cuestionarios que en dos pliegos impresos pretenden abarcarlo todo. Los 17 primeros puntos se centran en la figura del cura propio y sus responsabilidades, vienen intitulados como: "Arciprestazgo de...Parroquia de... Relación que el infrascrito presenta en la Santa Visita Pastoral sobre los puntos expresados al margen:...". Seguidamente y mediante un sistema de recuadros se articulan respuestas y preguntas, es el mismo párroco quien contesta los cuestionarios según conciencia a efectos de Santa Visita Pastoral, dispuesto a oír y obedecer sus amonestaciones y mandatos". Al final tendremos la fecha tópica y crónica, la firma del cura propio, y el sello parroquial.
Habrá de consignarse el nombre del párroco, edad, patria, estudios, cargos ejercidos, tiempo que lleva en la Parroquia. Sobre su residencia en la parroquia, si se ausenta de ella en los casos prescritos en el derecho, informándose igualmente sobre las personas que el cura tiene en su casa, dando nombres, edades, naturaleza, frecuencia de sacramentos, y opinión que de ellas se tiene. Se informará también al prelado sobre su aplicación a la misa "pro populo" todos los días en que debe hacerse, celebración los demás días a la hora conveniente y con toque anticipado. Sobre la predicación del Evangelio en los domingos y fiestas se informará en el apartado 4, y en caso de leer, en vez de predicar, qué libro usa al efecto.
Sobre la enseñanza del Catecismo se informará en qué tiempo se cumple con éste deber, si se realizan exámenes de doctrina antes del matrimonio, y cumplimiento del precepto Pascual.
El punto 6 interrogará acerca de la pila bautismal, sobre si se consagra el agua en el Sábado Santo y Vigilia de Pentecostés; y si examina con cuidado a las parteras ó matronas y a los que bautizan en caso de necesidad.
Se preguntará si se procura fomentar en la parroquia la frecuencia de Sacramentos, y el cura habrá de responder por qué medios, y si "siéntase sin ser llamado en las fiestas y sus vigilias". Deberá indicar también si en las visitas de enfermos se procura que éstos reciban los Santos Sacramentos oportunamente, y con qué solemnidad; si se publican ayunos y fiestas; qué fiestas se celebran en la Parroquia, y si recuerdan las suprimidas para que no se pierda la antigua devoción.
El párroco informará si "cuída por sí de los vasos sagrados y ornamentos", si vigila la limpieza del templo, y si cuida que la lámpara del Santísimo arda siempre.
Se ha de informar al prelado sobre el cumplimiento de los autos de la última Visita, y relatar las dificultades que se presentaron al respecto.
La armonía con los demás párrocos, autoridades y feligreses es algo fundamental, y ha de referirse si se procura la concordia entre éstos, y si el párroco evita atraerse oposiciones y enemistades por su conducta. También se consignan los libros de su estudio ordinario en Moral, Rúbricas y Predicación. Y si "viste como es debido el traje talar".
En el penúltimo punto, n 16, informará al prelado sobre los escándalos y vicios dominantes en la Parroquia, y sobre el estado del cumplimiento Pascual. Se referirán los nombres, edad, conducta, cosas en que ayudan al párroco, etc., los demás sacerdotes y clérigos de la Parroquia. Termina el primer pliego, en su n 17, con la rúbrica del párroco y el sello parroquial. Seguirá un segundo pliego: "Arciprestazgo de...Parroquia de ...", sin numeración, que se incluye dentro del anterior, y que informará sobre la titularidad de la Parroquia y de la Iglesia, donde han de constar los copatronos; categoría del curato; patronatos, a quien corresponde y por quien se hizo; número de vecinos y del almas de comunión. Impresas o no las visitas ahora incluirán padrones de cumplimiento pascual; estado de la fábrica parroquial; número de altares, sus títulos, y si tienen aras o no con sepulcro de reliquias.
En cuanto a la sacristía, se indicará si corresponde o no a la misma obra del templo, y que asignación tiene por la fábrica el sacristán. En tema de capellanías, cuales son sus títulos, sus cargas, titulares y vacantes, si son cóngruas, si se cumplen sus cargas, si están redimidas. En cuanto a fundaciones piadosas, cuantas son y cual es su objeto, si se cumple lo dispuesto, y si están o no redimidas. También se informará al ordinario sobre las cofradías que existen en la Parroquia, viendo si tienen sus estatutos canónicamente aprobados, y si éstos se cumplen.
Asimismo se indicará en qué estado se encuentra el cementerio, y si tiene la capacidad necesaria conforme a la parroquia. Sobre la existencia de capillas ó ermitas, se indicará su número, sus titulares, cuantos altares tienen, si dependen de la Iglesia ó tienen patrón y rentas para su conservación. El último apartado está dedicado a la Rectoral, aquí se indicará su estado y distancia de la Iglesia, indicando si hay posesión ó huerta rectoral. Se cierra el segundo pliego con un apartado para observaciones, la fecha, la firma del párroco, y el sello parroquial.
Si tomamos como referencia los escrutinios de eclesiásticos, veremos como las informaciones generalmente siguen un orden que, comprobamos, es el de los cuestionarios, muchos de los cuales aparecen impresos. Se destaca por medio de llamadas al clérigo en cuestión, o se extraen sobre el margen los nombres de los distintos sujetos. Otras veces encontraremos varias páginas preparadas para recoger información sobre presbíteros, sobre los diáconos, subdiáconos y minoristas.
La estructura misma de la documentación facilita la confección de cuadros sinópticos, así como facilita y racionaliza nuestras investigaciones, a la vez que hace posibles estudios estadísticos.
Mientras que en el siglo XVI y primeros años del XVII la documentación aparece suelta o en cuadernillos tamaño folio, o en cuarto, ya en el XVIII los informes de los visitadores serán más amplios y completos, se homogeneizan criterios, sin duda los decretos de las Constituciones Sinodales están aquí presentes. Se seguirá una misma línea informativa, y la Carta al prelado encabezará siguiendo los informes sobre las distintas cuestiones, como epígrafes de la misma, organizándose las resultas de una parroquia perfectamente, y adquiriendo unidad y entidad por sí. Cada vez se sistematiza más la información, hasta que llegando al XIX la información se hace exsahustiva en densos esquemas preparados para responder, con la mayor brevedad y precisión, a todas las cuestiones de interés dentro de una Visita Pastoral.
La sistematización hace posible una más concienzuda fiscalización, moral y material, y una más ágil y rápida información al prelado. El siglo XIX ofrece unos cuestionarios que en dos pliegos impresos pretenden abarcarlo todo. Los 17 primeros puntos se centran en la figura del cura propio y sus responsabilidades, vienen intitulados como: "Arciprestazgo de...Parroquia de... Relación que el infrascrito presenta en la Santa Visita Pastoral sobre los puntos expresados al margen:...". Seguidamente y mediante un sistema de recuadros se articulan respuestas y preguntas, es el mismo párroco quien contesta los cuestionarios según conciencia a efectos de Santa Visita Pastoral, dispuesto a oír y obedecer sus amonestaciones y mandatos". Al final tendremos la fecha tópica y crónica, la firma del cura propio, y el sello parroquial.
Habrá de consignarse el nombre del párroco, edad, patria, estudios, cargos ejercidos, tiempo que lleva en la Parroquia. Sobre su residencia en la parroquia, si se ausenta de ella en los casos prescritos en el derecho, informándose igualmente sobre las personas que el cura tiene en su casa, dando nombres, edades, naturaleza, frecuencia de sacramentos, y opinión que de ellas se tiene. Se informará también al prelado sobre su aplicación a la misa "pro populo" todos los días en que debe hacerse, celebración los demás días a la hora conveniente y con toque anticipado. Sobre la predicación del Evangelio en los domingos y fiestas se informará en el apartado 4, y en caso de leer, en vez de predicar, qué libro usa al efecto.
Sobre la enseñanza del Catecismo se informará en qué tiempo se cumple con éste deber, si se realizan exámenes de doctrina antes del matrimonio, y cumplimiento del precepto Pascual.
El punto 6 interrogará acerca de la pila bautismal, sobre si se consagra el agua en el Sábado Santo y Vigilia de Pentecostés; y si examina con cuidado a las parteras ó matronas y a los que bautizan en caso de necesidad.
Se preguntará si se procura fomentar en la parroquia la frecuencia de Sacramentos, y el cura habrá de responder por qué medios, y si "siéntase sin ser llamado en las fiestas y sus vigilias". Deberá indicar también si en las visitas de enfermos se procura que éstos reciban los Santos Sacramentos oportunamente, y con qué solemnidad; si se publican ayunos y fiestas; qué fiestas se celebran en la Parroquia, y si recuerdan las suprimidas para que no se pierda la antigua devoción.
El párroco informará si "cuída por sí de los vasos sagrados y ornamentos", si vigila la limpieza del templo, y si cuida que la lámpara del Santísimo arda siempre.
Se ha de informar al prelado sobre el cumplimiento de los autos de la última Visita, y relatar las dificultades que se presentaron al respecto.
La armonía con los demás párrocos, autoridades y feligreses es algo fundamental, y ha de referirse si se procura la concordia entre éstos, y si el párroco evita atraerse oposiciones y enemistades por su conducta. También se consignan los libros de su estudio ordinario en Moral, Rúbricas y Predicación. Y si "viste como es debido el traje talar".
En el penúltimo punto, n 16, informará al prelado sobre los escándalos y vicios dominantes en la Parroquia, y sobre el estado del cumplimiento Pascual. Se referirán los nombres, edad, conducta, cosas en que ayudan al párroco, etc., los demás sacerdotes y clérigos de la Parroquia. Termina el primer pliego, en su n 17, con la rúbrica del párroco y el sello parroquial. Seguirá un segundo pliego: "Arciprestazgo de...Parroquia de ...", sin numeración, que se incluye dentro del anterior, y que informará sobre la titularidad de la Parroquia y de la Iglesia, donde han de constar los copatronos; categoría del curato; patronatos, a quien corresponde y por quien se hizo; número de vecinos y del almas de comunión. Impresas o no las visitas ahora incluirán padrones de cumplimiento pascual; estado de la fábrica parroquial; número de altares, sus títulos, y si tienen aras o no con sepulcro de reliquias.
En cuanto a la sacristía, se indicará si corresponde o no a la misma obra del templo, y que asignación tiene por la fábrica el sacristán. En tema de capellanías, cuales son sus títulos, sus cargas, titulares y vacantes, si son cóngruas, si se cumplen sus cargas, si están redimidas. En cuanto a fundaciones piadosas, cuantas son y cual es su objeto, si se cumple lo dispuesto, y si están o no redimidas. También se informará al ordinario sobre las cofradías que existen en la Parroquia, viendo si tienen sus estatutos canónicamente aprobados, y si éstos se cumplen.
Asimismo se indicará en qué estado se encuentra el cementerio, y si tiene la capacidad necesaria conforme a la parroquia. Sobre la existencia de capillas ó ermitas, se indicará su número, sus titulares, cuantos altares tienen, si dependen de la Iglesia ó tienen patrón y rentas para su conservación. El último apartado está dedicado a la Rectoral, aquí se indicará su estado y distancia de la Iglesia, indicando si hay posesión ó huerta rectoral. Se cierra el segundo pliego con un apartado para observaciones, la fecha, la firma del párroco, y el sello parroquial.
El licenciado Rodrigo Caro, visitador en 1622 define a Lepe como "cabeça de el Marquesado de Aiamonte, y donde estos señores tienen su casa, y suelen assistir. De las tres veredas en las que estaba dividida la jurisdicción arzobispal: Banda Morisca, Ecija y la Sierra de Cazalla, y Condado de Niebla, Lepe se integra en la última de las tres. En 1852, en tiempos de Judas José Romo, cardenal arzobispo de Sevilla, Lepe se erige arciprestazgo a la cabeza de cinco pueblos más, siendo éstos Ayamonte, Higuerita ó Isla Cristina ó Real Isla de La Higuerita, Redondela, San Silvestre de Guzmán y Villablanca; siendo arcipreste D. José M Aguilera.
En 1622 Lepe es "lugar de 700 vecinos, maltratado i arruinado como los más. La Iglesia parroquial es del título de Santo Domingo; ai en ella quatro curas a presentación del Marqués, y aprobaçión y confirmación de vuestra señoría..."[13]. Podemos decir que "espiritualmente" Lepe depende directamente de Sevilla, hasta que en 1954 se crea el obispado de Huelva, durante el episcopado del cardenal Segura y Sáenz, con lo que Lepe pasa a depender del nuevo obispado.
En 1704 la Villa consta de 550 vecinos, casi todos muy pobres "por que el exerciçio común era de negociación por mar, ocupándose en marinería el común del pueblo, lo que a cessado. Y por lo que toca a lo material de la Villa, se conoce auer sido de numerosa población y de substancia, por reconocerse edificios sumptuosos, y auer quedado hasta oy muchas casas grandes y de mucha auitación, mui lucidas, y de explendor ciudadano..."[14].
Las principales cosechas son de higuerales, "en grande abundancia de higos, y en tierras de pan sembrar, de que es corta la cosecha, y en ganados.."[15]. A ésto complementan las cosechas de centeno, cebada y habas, vino, miel y cera.
La Iglesia y sus dependencias. La Fábrica parroquial.-
En 1622 Lepe es "lugar de 700 vecinos, maltratado i arruinado como los más. La Iglesia parroquial es del título de Santo Domingo; ai en ella quatro curas a presentación del Marqués, y aprobaçión y confirmación de vuestra señoría..."[13]. Podemos decir que "espiritualmente" Lepe depende directamente de Sevilla, hasta que en 1954 se crea el obispado de Huelva, durante el episcopado del cardenal Segura y Sáenz, con lo que Lepe pasa a depender del nuevo obispado.
En 1704 la Villa consta de 550 vecinos, casi todos muy pobres "por que el exerciçio común era de negociación por mar, ocupándose en marinería el común del pueblo, lo que a cessado. Y por lo que toca a lo material de la Villa, se conoce auer sido de numerosa población y de substancia, por reconocerse edificios sumptuosos, y auer quedado hasta oy muchas casas grandes y de mucha auitación, mui lucidas, y de explendor ciudadano..."[14].
Las principales cosechas son de higuerales, "en grande abundancia de higos, y en tierras de pan sembrar, de que es corta la cosecha, y en ganados.."[15]. A ésto complementan las cosechas de centeno, cebada y habas, vino, miel y cera.
La Iglesia y sus dependencias. La Fábrica parroquial.-
Se visita la iglesia y sus dependencia, y comienza la Visita Pastoral en el modo que sigue: "...y di principio a su visita en su yglesia parrochial...adonde auiendo celebrado y precedido de lectura de edicto de pecados públicos, tomé capa blanca, y en la forma ordinaria, visité en primer lugar el sagrario del altar maior, que abrí con llaue de plata sobredorada, y le hallé muy decente..."[16], dice el visitador Joachín de Ussuny Soria el año de 1704. Sabemos por él que la iglesia era "de tres naves de techos enmaderados, diuididas en arcos a los largo de la misma yglesia; el crucero de ella es todo de bóueda, y las paredes son maestras y dobles de ladrillo y argamassadas de cal; es mui capaz y bastante al pueblo; y por aora no necesita de reparo alguno".
Los Libros de Visitas aparecen como verdaderos inventarios del patrimonio mueble e inmueble. Los mandatos contienen reformas orientadas a mejorar el aspecto, respeto, devoción, seguridad y funcionalidad. Se cuidan los materiales, el aspecto es algo fundamental que dignifica y se cuida con detalle. Aunque suele con mucha frecuencia aparecer la expresión "con decencia", refiriéndose al estado de pulcritud y cuidado en que el visitador encontraba iglesia y dependencias, nunca sabremos en realidad si tanto esmero respondía solamente al acontecimiento periódico de la Visita Pastoral, y a la mirada fiscalizadora del ministro visitador, ó si efectivamente se trataba de algo habitual, expresión del amor y temor a Dios.
Según las Constituciones Sinodales, las obras de las iglesias se encargarán "a cada oficial de su oficio"; los oficiales en quienes se remataren no las traspasarán a otros; y habrá de tenerse en cuenta que no se hará ninguna obra nin contar al menos con la cuarta parte del dinero que ha de costar[17].
Los materiales han de ser lo más noble posible, siempre que se pueda la plata se sobredorará, si es que la pieza sagrada no puede ser de oro. Será el mármol la piedra recomendada para pilas bautismales. En cuanto a tejidos, serán la seda, damasco y tafetán. Se procura que sean sustituidas las tazas para bautizar por conchas, cuya hechura se considera más decente para el ministerio. Los mandatos dan noticia también de la carencia o abundancia de ornamentos y objetos de culto sagrado; frecuentemente se ordena la reforma o la fusión de varios para la confección de otro nuevo, más útil a los ojos del visitador. De igual forma veremos amenudo indicar que se grave la imagen del Santísimo Sacramento, devoción que en el barroco alcanzará gran fuerza.
Los Gastos Parroquiales:
Los informes más novelados van a correr a cargo del visitador de 1622, Rodrigo Caro, quien en materia de cuentas de fábrica viene a ilustrarnos del siguiente modo:
"En esta villa, como en las demás del marquesado dan de comer a los visitadores el tiempo que dura la Visita, e la passada le dieron al visitador quarenta ducados para el gasto que hizo en veinte días que estuvo, yo estuve 32 días, y gasté veinte y dos ducados, no obstante que comprava la cebada para mi mula a dos reales el almud, y la paja el harnero a medio real. Verdad es Señor que la Semana Santa i la Pascua, y días de fiesta que ocurrieron comí a mi sosten, y no a la de la fábrica, porque en ellos no se trauajó. Digo esto, señor, porque vuestra señoría ilustrísima ponga límite en estas costas y gastos de los visitadores, que cada uno los alargue como tiene la conçiençia, y destruien las iglesias a título de costumbre, que no tiene las calidades ni la prescripción de tal, y ya tengo advertido a vuestra señoría en la Visita de Aiamonte este punto tan digno de remedio, i quisiera que antes que yo saliesse de esta Visita vuestra señoría lo remediasse".
En los mandatos 14 y 15 de la Visita de 1678, se hace alusión a cuentas de fábrica de la parroquial Santo Domingo de Guzmán del modo que sigue: "Y atento a que tan solamente se dan 18 reales en cada un año para leña para hacer las hostias, y que en estos tiempos vale muy cara una carga, su merced, el señor visitador general mandó se dé aquí adelante 33 reales"[18].
"Y por quanto su merced ha sido informado que no ay sacerdote ni otra persona que quiera ir a Sevilla a traer los Santos Olios por los once ducados que están cituados, su merced mandó que de aquí adelante se den 180 reales, los 33 reales la fabrica desta yglesia, 99 los de Ayamonte, 16 los de la Redondela, 24 la de Villa Blanca, y los 8 restantes la de San Silvestre. Y assimismo mandó su merced que si ubiese persona eclesiástica que vaya por ellos no consienta el vicario y demás curas beneficiados vaya persona seglar"[19].
Con fecha de 16 de noviembre encontramos a la iglesia parroquial de Santo Domingo y a la Iglesia de la Piedad,"en el más perfecto estado, orden y aseo, de cuantos objetos sagrados y ornamentos corresponden al culto divino, y cumplido todo lo dispuesto en la ultima Visita, girada el trece de Septiembre de mil ochocientos ochenta y dos, se daba por completamente satisfecho, exhortando a sus dignos párrocos continuaran con igual celo en lo sucesivo". Aunque de los fondos de fábrica ha de repararse la techumbre del templo, de igual manera se ordena se haga la reparación necesaria en la techumbre interior de la sacristía, se coloquen los azulejos que faltan en el techo de madera, y se arregle una de las vigas que sostienen éste, la cual se encuentra quebrantada y próxima a caer en dos pedazos. El pavimento en general de la Yglesia que se encuentra en bastante mal estado. Y el mandato 4 ordena que se forme la clavería que se prescribe en circulares del Arzobispado[20].
En 1695, la cuenta de la fábrica no se toma al licenciado Francisco Baptista Ruis, mayordomo, por haberla tomado en breve el vicario comisionado por el provisor, pero se "revieron éstas y otras que antes avía dado Pedro Delgado, y se hallaron algunos hierros, el mayor de doscientos reales, que se deshicieron...", el visitador encuentra perjudicial para la fábrica la costumbre que se tiene en la Villa de tomar cuentas casi anualmente, tanto por las comisiones que tienen los mayordomos, derechos que son iguales a los derechos de visitas, como por cuanto no se remedian "algunos números que lo necesitan, y la poca aplicación e inteligencia que comunmente pone el jues de comisión; y también en abonarse algunas partidas sin justificación" por ello en los mandatos se decretará que no se saque n semejantes comisiones, y "si alguna se sacare el vicario o otro jues de comisión no la execute si no es representando antes este mandato al señor provisor para que en su vista de la providencia más conveniente..."[21].
Según los mandatos de Visita de 1707 irá a parar a la fábrica parroquial la mitad del alcance de las multas pagadas por los eclesiásticos que faltaren a conferencias morales. Así como las multas a pagar por los eclesiásticos que sean padrinos de bautismo sin licencia del Arzobispo.
Visita de los Altares:
Por lo que respecta a la visita de los altares, los mandatos de la Visita de 1693, tras decretar en su primer punto que se cumplan los mandatos del 15 al 17 dictados para la parroquia de Santa Cruz de Ecija, continúan en el número 18 como sigue:
"Ytem por quanto el segundo cuerpo del sagrario comulgatorio no puede ponerse cruz de madera sobredorada por impedirlo el serafín que tiene Ntra. Sra. a los pies, se pondrá la cruz en el medio, a el primer cuerpo fixa"[22]. La grada del Sagrario Comulgatorio ha de sacarse más afuera, y por delante ha de ponerse una balaustrada "de barandillas por donde se dé la Sagrada Comunión"[23].
En el Sagrario del Altar Mayor existe, según las resultas de 1693 "un ara con sus corporales, un copón de plata sobredorado, decente aunque de antigua hechura", y en él auía una ostia grande y tres o quatro formas cuio renuebo me aseguraron sin yntermisión de a ocho a ocho días -dice el visitador, mientras su relato nos ilustra sobre el comienzo de la visita que empieza por la inspección del templo parroquial, en lo demás el tauernáculo está desente y dorado con cortinas de tela de plata por la parte ynterior, la puertesilla con llaue de plata dorada, y por la exterior un visso del color que corresponde al día".
En 1704 Joaquín de Ussuny Soria abre el altar mayor con llave de plata sobredorada, estando dorado por la parte interior y exterior. Conteniendo un relicario grande, de pie, "todo él llano y liso, sin lauor alguna, dorado por dentro, cuia tapa remata en una cruz de plata sin cruzifijo, que también está en la decencia nezessaria... una Ostia mayor, y quatro oseis de forma pequeña..."
Continuando con el relato de la visita al templo del año 1693, el visitador nos dice que:
"... De aquí pasé a la capilla de Ntra. Sra. de la Consepción, sagrario comulgatorio y colateral del Evangelio, y en su tauernáculo, mejor quel referido, auía dos copones de plata blanca, aunque dorados por la parte ynterior, el uno con cantidad de formas para el efecto de la Sagrada Comunión, y el otro para lleuar a su Magestad quando sale por viático a los enfermos, y auiendo hecho la misma diligencia de ynformarme en su renuebo, me aseguraron se hazía de ocho a ocho días en la conformidad que el sobredicho del altar maior, y en todo semejante pues la parte ynterior del tabernáculo está dorada y con cortina de tela como la referida, la puertecilla con llaue de plata dorada, ara y demás requisitos en los mandatos de vuestra señoría ilustrísima".
En 1695 el visitador D. Francisco Remírez Arias, encuentra aseados el altar mayor y el comulgatorio, mientras que verá el resto de los altares de la parroquial "mui pobres y sucios y en special las aras, he reprehendido a los curas notándole su mucho descuido"[24]. Las aras habrán de ponerse fijas en los altares, "y en cada uno dos lienzos bastos venditos debajo de los manteles".
Se constata en los Libros de Visitas que el sagrario comulgatorio era de madera "bastante capaz y dorado por dentro y fuera. Contiene tres vasos sagrados, uno que sirve para de Biático, y es el maior de todos, dorado todo por dentro, incluie en sí un casquete de plata sobredorada, para mejor poderse purificar por ser quasi de forma quadrada; este relicario, como en la realidad lo es por la parte de afuera, y labrado o guarnecido con lauor de filigrana. Contiene forma mayor, y bastante número de menores. El segundo relicario, y que sirve para dar la comunión en la iglesia, es de mui bastante capacidad, todo liso, llano de asiento, y dorado por dentro, cuia tapa tiene algo de remate...El tercero relicario sirve para [llevar] de secreto a los enfermos, y es algo grandecillo para este ministerio, todo él es llano, del asiento liso y dorado por dentro. Y todos tres relicarios están con el adorno y decencia posible"[25].
El Baptisterio:
Continúa relatando el visitador en la inspección al templo de 1693, que más o menos va sirviéndonos de hilo conductor, que:
"Luego pasé en prosesión a la pila bautismal, que está en el fin de la yglezia, con capilla separada, con verja de madera, la taza es de jaspe, y en medio una pila pequeña, tapa con forro de seda y sobrepoluo de badana...", sobre lo que, en 1695 en el 9 mandato, se ordena se le pongan caídas de la misma tela , y el forro ha de tener "una tersia de largo"[26]. En 1704 encontraremos su tapa forrada por la parte exterior en tafetán blanco, con caída y forro de badana, con "clausura y seguridad de llaue y candado".
"...Tiene la capilla un quadro del Bautismo de San Juan, de mediana hechura, y una taquilla, en cuia planisie está el agujero para el purificatorio.
En esta capilla vissité los sacros óleos de cathecumenos infirmorum, unos y otros con bastante materia en vasos de plata, pero sin decorar aún la parte ynterior por cuia omissión yntentado echar condenasión a los mayordomos.
Reconosí los mandatos de vuestra señoría ilustrísima y no estaua mandada tal dilixencia, por cuia cauza suspendida la condenasión mandé se dorasen a lo menos por la parte ynterior".
En el mandato 23 de la Visita de 1693 se da de plazo un més para llevar a efecto lo decretado en la anterior Visita sobre la tasa de la pila bautismal, lo que pone de relieve que no siempre se cumplían con presteza, y en algún caso tendríamos que hablar incluso de abandono en tema de mandatos. "En el sumidero que tubiere se ponga botón con su espiga justadamente que no suban inmundicias".
La taza de plata con que se bautiza se ha de hacer en forma de concha, "con su cauo a un lado, y pico por donde despida el agua". Con respecto al "sumidero que está en la taquilla del baptisterio, se haga en forma de que el agujero quede del tamaño de un ochauo, y llegue hasta la planicie, y con poca pendiente que lo baste para encaminar las aguas, y en la pared de enfrente se haga otra taquilla para meter los libros sacramentales...,"y por cuanto es indecente que en la taquilla de los santos óleos se depositen otros trastos" se manda que a la estancia donde están los santos óleos se ponga llaue, y se forre de tela de seda morada"[27]
El visitador Francisco Remírez Arias en 1695 describe la pila bautismal como "de piedra de jaspe antigua", la capilla muy húmeda por cuya causa la taza grande estaba "muy negra por el suelo, y del mismo color el agua; mandé se vaciase y con un pedaso de ladrillo se raiese aquel negro causado de la humedad"[28].
El visitador en el mandato de visita octavo de 1695 advertirá que los curas tienen la obligación de tener el cuidado debido "en que las aras, altares y taquilla de los Santos Oleos estén limpios y aseados, registrándolo al menos una bes en la semana". Y el 9 reincide sobre la pila bautismal, hay que poner un "botón de piedra en el sumidero de la taza pequeña", han de dorarse por dentro las "chrismeras, vaso del Santo Oleo, chapas y punteros", y ha de hacerse un "capillo de tela de seda morada para el vaso del Santo Oleo, y se ponga candado en las olieras". En el mismo mandato 9 se decreta que han de hacerse cuatro confesionarios[29].
En 1704, "los vasos en que se guardan los santos óleos" tienen un lugar "decente, siéndolo una taquilla capaz con dos divissiones y forrada en terciopelo morado al lado del Euangelio del altar mayor, son de mediana capacidad y de la forma regular, estando dorados por la parte de adentro con sus chopas y punteros, y teniendo los dos del crisma y cathecum su vnión mediante vna cruz con peana, toda de plata"[30].
Continúa la visita de 1693, que articula la exposición, y prosigue el ministro comisionado para la visita:
"Luego passamos en prossessión por el cuerpo de la yglesia, en cuia naue maior se remató con los responssos y orasiones que ordena el ritual, con lo qual y el rexistro de los libros de Baptismo y Belasiones que allé en la debida forma con la expresión de las sircumsdamias[31] nesesarias y parentescos, auiendo encargado el nuebo mandato de vuestra señoría ylustrísima en que no se dexe el menor blanco en los libros porque se evite la posible falsedad, se finalisó la visita de la yglesia"[32].
La Decencia de la Fábrica Parroquial:
En lo referente a ajuar, los mandatos de visita se encaminan siempre a dignificar los distintos instrumentos de culto. Encontraremos decretos tales como "que la tapa del vaso grande en que se lleva Nuestro Señor por viático a los enfermos se haga de suerte que sierre ajustadamente, de suerte que serrándola con la aguja no se leuante para arriua".[33]
"Yten que se haga un pectoral o caxilla de plata sobredorada, al menos por dentro, la qual tenga su asa y sirua para lleuar el Santísimo Sacramento..."[34].
En visita de 1695 el 9 mandato vuelve a disponer que se compre una "caxita de plata dorada por dentro para llevar a Nuestro Señor de secreto a los enfermos...", por lo que vemos que no siempre se cumplían los mandatos de visita, al menos con puntualidad.
Ha de dorarse, al menos por dentro, el vaso del santo óleo y crismeras, al primero ha de ponérsele capilla de seda morada, "y a los punteros se le quiten los hysopillos y se doren".[35]
Por las resultas de 1695 sabemos que existen en la parroquial tres relicarios uno en el altar mayor y dos en el altar comulgatorio, el vaso de los santos óleos y crismeras está con "bastante materia y de buena calidad, pero sin dorar, la musetita o capillo del vaso de los óleos mui vieja y tan llena de aceite que no avía por donde tomarla", por lo que al parecer se llama la atención al licenciado Vallesteros, mayordomo, pués éste "quedó en remediarlo todo dentro de breve tiempo". En el mandato n 10 se decretará que los misales "se aliñen", y en ellos se incluya el canon, por no poderse í a leer"[36].
En 1707 se ordena mediante los mandatos de Visita al mayordomo de la fábrica "haga acer capa, dos casullas dalmáticas y frontal blanco de damasco, quatro albas de crealeona, y quatro amitos de platilla, dos bolsas negras de corporales". Y "compre el lienzo crudo nezesario para rreintegrar a cada altar desta yglesia los dos lienzos bastos que deve tener los quales se añadirán al ynbentario por quanto sea reconocido los quitan y urtan de los altares a caso por este defecto de no averse ynbentariado, y juntamente hará dicho mayordomo se eche segunda llave que le falta al archivo de esta yglesia".[37]
Los Alcances de Fábrica:
Las tomas de cuentas a la fábrica parroquial expresan renta y obligaciones, ingresos y gastos. Entrarán a favor de la fábrica los ingresos por venta de granos, diezmos, novenos, ingresos de sepulturas...; y por su parte las arcas parroquiales han de asistir a ciertos gastos y obligaciones que serán, por ejemplo, los derechos de visitas, salarios de sacritán, mayordomo, organista, mozos de coro; lavar la ropa, barrer la iglesia, "rexir el relox", "salario de luminaria"; leña para hacer Ostias; gastos de vino, aceite, incienso y cera; subsidio y excusado; solado de sepulturas, vestuario, gasto de maitines, memoria de misas, gastos de Semana Santa. Entre gastos de Semana Santa se consignan lo gastado en palmas y ramos, lo que se asigna al sacristán por armar y desarmar el monumento, por traer los santos óleos; lo pagado al capellán por asistencia a tinieblas el miércoles, jueves y viernes santos; las Pasiones cantadas el Domingo de Ramos, miércoles y viernes santos; el Exultet que se canta el Sábado Santo.
Sobre Gastos de Visita tenemos noticias en 1711, Gregorio Luís Zapata y Palafox al final de su informe dice al prelado que:
"En veinte y siete días que estube en esta villa se gastaron 700 reales, los 618 en la comida, 40 las dos amas, 20 al mozo; 42 los bagajes, de los quales contribuió la fábrica con 479, y con los 221 restantes algunos patronatos y obras pías, de esta villa, y de La Redondela, según estilo de visitas pasadas. Y por sus tanteos consta por menor la cantidad con que cada uno a contribuido ..."[38].
En 21 de Mayo de 1707 se empezaron a tomar las cuentas de fabrica de la parroquial a Francisco Romero, mayordomo, siendo alcanzado en 87.669 maravedís "de las quales se dio traslado a los veneficiados, curas y capellanes y no tubieron que decir, firmaron como testigos y se fenecieron en tres de Julio de 1707".
Nombramiento de Mayordomos y Administración de la Fábrica:
Las Constituciones Sinodales en "De Officio Aecónomi", y en su capítulo primero, dedicado a la elección de los mayordomos de las fábricas de nuestro Arzobispado, advierten que además de ser buenos cristianos y temerosos de Dios, han de ser entendidos, llanos, abonados, que no deban deudas a las iglesias donde han de ser mayordomos, ni sean fiadores, ni parientes dentro de segundo grado del mayordomo próximo pasado, o de otros mayordomos que tengan alcances por pagar. Antes del nombramiento el visitador se habrá de informar, primero del vicario, donde lo hubiere, y de los beneficiados, curas, y demás clérigos acerca de la conveniencia de tal empleo. Tras lo cual, el nuevo mayordomo habrá de obligarse mediante escritura pública ejecutiva de pagar los alcances que les fueren hechos; den fianzas bastantes, y en mayor cantidad de lo que valieren los bienes de las iglesias. No deberá admitirse como fiador el mayordomo que cesa, ni otros que deban alcances.
Deben elegirse mayordomos a clérigos, a ser posible; y de existir otros, no se deberá elegir a curas ni beneficiados. En caso contrario, se nombrará a legos.
Tras la toma de posesión, se entregan al mayordomo los bienes muebles de la iglesia por inventario, de lo que se hará acta del recibo, "para que den cuenta por el y paguen los que faltaren"[39].
Sobre cómo se procedía a la hora de nombrar mayordomos de la fábrica de la parroquial de Lepe tenemos sendas muestras en la documentación custodiada en el AGAS en su fondo de Visitas Pastorales. De Lepe y 10 de mayo de 1711, tenemos una carta del visitador Zapata al señor don Gabriel Sánchez de la Rua, encabeza el documento una nota informando que los curas de la villa son don Juan Bautista Ruiz, don Miguel Ballesteros, Pedro de los Reyes, y don Gregorio Triguero, para continuar como sigue:
"...El vicario de esta villa a tenido respuesta a la propuesta que hizo a don Luís Dáuila sobre mayordomos de fábrica, quien no se determina a confirmarlos respecto de estar ya el marqués de este estado en Madrid. Yo dexo nombrados mayordomos en la conformidad que su excelencia me tiene mandado y preuenido, en los mandatos no admitan a los nombrados por el marqués hasta que se ayan obligado y dado fianzas con las sircuntançias y condisiones que lo hazen los demás mayordomos de este Arzobispado porque aunque se preuiene en el nombramiento de el marqués proseda esta dilixencia a satisfasión de el Vicario no sea esecutado, pues apenas se encuentra quien azepte la mayordomía.
E rreconosido el título que el marqués despacha para las mayordomías de las iglesias de su marquesado, y no consta de que ynterbenga confirmasión de el ordinario siendo este sólo el que pasa sin ello. Respecto de que todos los demás desde curas hasta sacristanes la tienen, quedo al seruiçio de vuestra merced con berdadero afecto rogando a Dios guarde a vuestra merced muchos años. Lepe y maio 10 de 1711. Besa la mano de vuestra merced su mayor servidor y amigo. Don Gregorio Luís Zapata y Palafox (rúbrica)"[40].
Los Libros de Visitas aparecen como verdaderos inventarios del patrimonio mueble e inmueble. Los mandatos contienen reformas orientadas a mejorar el aspecto, respeto, devoción, seguridad y funcionalidad. Se cuidan los materiales, el aspecto es algo fundamental que dignifica y se cuida con detalle. Aunque suele con mucha frecuencia aparecer la expresión "con decencia", refiriéndose al estado de pulcritud y cuidado en que el visitador encontraba iglesia y dependencias, nunca sabremos en realidad si tanto esmero respondía solamente al acontecimiento periódico de la Visita Pastoral, y a la mirada fiscalizadora del ministro visitador, ó si efectivamente se trataba de algo habitual, expresión del amor y temor a Dios.
Según las Constituciones Sinodales, las obras de las iglesias se encargarán "a cada oficial de su oficio"; los oficiales en quienes se remataren no las traspasarán a otros; y habrá de tenerse en cuenta que no se hará ninguna obra nin contar al menos con la cuarta parte del dinero que ha de costar[17].
Los materiales han de ser lo más noble posible, siempre que se pueda la plata se sobredorará, si es que la pieza sagrada no puede ser de oro. Será el mármol la piedra recomendada para pilas bautismales. En cuanto a tejidos, serán la seda, damasco y tafetán. Se procura que sean sustituidas las tazas para bautizar por conchas, cuya hechura se considera más decente para el ministerio. Los mandatos dan noticia también de la carencia o abundancia de ornamentos y objetos de culto sagrado; frecuentemente se ordena la reforma o la fusión de varios para la confección de otro nuevo, más útil a los ojos del visitador. De igual forma veremos amenudo indicar que se grave la imagen del Santísimo Sacramento, devoción que en el barroco alcanzará gran fuerza.
Los Gastos Parroquiales:
Los informes más novelados van a correr a cargo del visitador de 1622, Rodrigo Caro, quien en materia de cuentas de fábrica viene a ilustrarnos del siguiente modo:
"En esta villa, como en las demás del marquesado dan de comer a los visitadores el tiempo que dura la Visita, e la passada le dieron al visitador quarenta ducados para el gasto que hizo en veinte días que estuvo, yo estuve 32 días, y gasté veinte y dos ducados, no obstante que comprava la cebada para mi mula a dos reales el almud, y la paja el harnero a medio real. Verdad es Señor que la Semana Santa i la Pascua, y días de fiesta que ocurrieron comí a mi sosten, y no a la de la fábrica, porque en ellos no se trauajó. Digo esto, señor, porque vuestra señoría ilustrísima ponga límite en estas costas y gastos de los visitadores, que cada uno los alargue como tiene la conçiençia, y destruien las iglesias a título de costumbre, que no tiene las calidades ni la prescripción de tal, y ya tengo advertido a vuestra señoría en la Visita de Aiamonte este punto tan digno de remedio, i quisiera que antes que yo saliesse de esta Visita vuestra señoría lo remediasse".
En los mandatos 14 y 15 de la Visita de 1678, se hace alusión a cuentas de fábrica de la parroquial Santo Domingo de Guzmán del modo que sigue: "Y atento a que tan solamente se dan 18 reales en cada un año para leña para hacer las hostias, y que en estos tiempos vale muy cara una carga, su merced, el señor visitador general mandó se dé aquí adelante 33 reales"[18].
"Y por quanto su merced ha sido informado que no ay sacerdote ni otra persona que quiera ir a Sevilla a traer los Santos Olios por los once ducados que están cituados, su merced mandó que de aquí adelante se den 180 reales, los 33 reales la fabrica desta yglesia, 99 los de Ayamonte, 16 los de la Redondela, 24 la de Villa Blanca, y los 8 restantes la de San Silvestre. Y assimismo mandó su merced que si ubiese persona eclesiástica que vaya por ellos no consienta el vicario y demás curas beneficiados vaya persona seglar"[19].
Con fecha de 16 de noviembre encontramos a la iglesia parroquial de Santo Domingo y a la Iglesia de la Piedad,"en el más perfecto estado, orden y aseo, de cuantos objetos sagrados y ornamentos corresponden al culto divino, y cumplido todo lo dispuesto en la ultima Visita, girada el trece de Septiembre de mil ochocientos ochenta y dos, se daba por completamente satisfecho, exhortando a sus dignos párrocos continuaran con igual celo en lo sucesivo". Aunque de los fondos de fábrica ha de repararse la techumbre del templo, de igual manera se ordena se haga la reparación necesaria en la techumbre interior de la sacristía, se coloquen los azulejos que faltan en el techo de madera, y se arregle una de las vigas que sostienen éste, la cual se encuentra quebrantada y próxima a caer en dos pedazos. El pavimento en general de la Yglesia que se encuentra en bastante mal estado. Y el mandato 4 ordena que se forme la clavería que se prescribe en circulares del Arzobispado[20].
En 1695, la cuenta de la fábrica no se toma al licenciado Francisco Baptista Ruis, mayordomo, por haberla tomado en breve el vicario comisionado por el provisor, pero se "revieron éstas y otras que antes avía dado Pedro Delgado, y se hallaron algunos hierros, el mayor de doscientos reales, que se deshicieron...", el visitador encuentra perjudicial para la fábrica la costumbre que se tiene en la Villa de tomar cuentas casi anualmente, tanto por las comisiones que tienen los mayordomos, derechos que son iguales a los derechos de visitas, como por cuanto no se remedian "algunos números que lo necesitan, y la poca aplicación e inteligencia que comunmente pone el jues de comisión; y también en abonarse algunas partidas sin justificación" por ello en los mandatos se decretará que no se saque n semejantes comisiones, y "si alguna se sacare el vicario o otro jues de comisión no la execute si no es representando antes este mandato al señor provisor para que en su vista de la providencia más conveniente..."[21].
Según los mandatos de Visita de 1707 irá a parar a la fábrica parroquial la mitad del alcance de las multas pagadas por los eclesiásticos que faltaren a conferencias morales. Así como las multas a pagar por los eclesiásticos que sean padrinos de bautismo sin licencia del Arzobispo.
Visita de los Altares:
Por lo que respecta a la visita de los altares, los mandatos de la Visita de 1693, tras decretar en su primer punto que se cumplan los mandatos del 15 al 17 dictados para la parroquia de Santa Cruz de Ecija, continúan en el número 18 como sigue:
"Ytem por quanto el segundo cuerpo del sagrario comulgatorio no puede ponerse cruz de madera sobredorada por impedirlo el serafín que tiene Ntra. Sra. a los pies, se pondrá la cruz en el medio, a el primer cuerpo fixa"[22]. La grada del Sagrario Comulgatorio ha de sacarse más afuera, y por delante ha de ponerse una balaustrada "de barandillas por donde se dé la Sagrada Comunión"[23].
En el Sagrario del Altar Mayor existe, según las resultas de 1693 "un ara con sus corporales, un copón de plata sobredorado, decente aunque de antigua hechura", y en él auía una ostia grande y tres o quatro formas cuio renuebo me aseguraron sin yntermisión de a ocho a ocho días -dice el visitador, mientras su relato nos ilustra sobre el comienzo de la visita que empieza por la inspección del templo parroquial, en lo demás el tauernáculo está desente y dorado con cortinas de tela de plata por la parte ynterior, la puertesilla con llaue de plata dorada, y por la exterior un visso del color que corresponde al día".
En 1704 Joaquín de Ussuny Soria abre el altar mayor con llave de plata sobredorada, estando dorado por la parte interior y exterior. Conteniendo un relicario grande, de pie, "todo él llano y liso, sin lauor alguna, dorado por dentro, cuia tapa remata en una cruz de plata sin cruzifijo, que también está en la decencia nezessaria... una Ostia mayor, y quatro oseis de forma pequeña..."
Continuando con el relato de la visita al templo del año 1693, el visitador nos dice que:
"... De aquí pasé a la capilla de Ntra. Sra. de la Consepción, sagrario comulgatorio y colateral del Evangelio, y en su tauernáculo, mejor quel referido, auía dos copones de plata blanca, aunque dorados por la parte ynterior, el uno con cantidad de formas para el efecto de la Sagrada Comunión, y el otro para lleuar a su Magestad quando sale por viático a los enfermos, y auiendo hecho la misma diligencia de ynformarme en su renuebo, me aseguraron se hazía de ocho a ocho días en la conformidad que el sobredicho del altar maior, y en todo semejante pues la parte ynterior del tabernáculo está dorada y con cortina de tela como la referida, la puertecilla con llaue de plata dorada, ara y demás requisitos en los mandatos de vuestra señoría ilustrísima".
En 1695 el visitador D. Francisco Remírez Arias, encuentra aseados el altar mayor y el comulgatorio, mientras que verá el resto de los altares de la parroquial "mui pobres y sucios y en special las aras, he reprehendido a los curas notándole su mucho descuido"[24]. Las aras habrán de ponerse fijas en los altares, "y en cada uno dos lienzos bastos venditos debajo de los manteles".
Se constata en los Libros de Visitas que el sagrario comulgatorio era de madera "bastante capaz y dorado por dentro y fuera. Contiene tres vasos sagrados, uno que sirve para de Biático, y es el maior de todos, dorado todo por dentro, incluie en sí un casquete de plata sobredorada, para mejor poderse purificar por ser quasi de forma quadrada; este relicario, como en la realidad lo es por la parte de afuera, y labrado o guarnecido con lauor de filigrana. Contiene forma mayor, y bastante número de menores. El segundo relicario, y que sirve para dar la comunión en la iglesia, es de mui bastante capacidad, todo liso, llano de asiento, y dorado por dentro, cuia tapa tiene algo de remate...El tercero relicario sirve para [llevar] de secreto a los enfermos, y es algo grandecillo para este ministerio, todo él es llano, del asiento liso y dorado por dentro. Y todos tres relicarios están con el adorno y decencia posible"[25].
El Baptisterio:
Continúa relatando el visitador en la inspección al templo de 1693, que más o menos va sirviéndonos de hilo conductor, que:
"Luego pasé en prosesión a la pila bautismal, que está en el fin de la yglezia, con capilla separada, con verja de madera, la taza es de jaspe, y en medio una pila pequeña, tapa con forro de seda y sobrepoluo de badana...", sobre lo que, en 1695 en el 9 mandato, se ordena se le pongan caídas de la misma tela , y el forro ha de tener "una tersia de largo"[26]. En 1704 encontraremos su tapa forrada por la parte exterior en tafetán blanco, con caída y forro de badana, con "clausura y seguridad de llaue y candado".
"...Tiene la capilla un quadro del Bautismo de San Juan, de mediana hechura, y una taquilla, en cuia planisie está el agujero para el purificatorio.
En esta capilla vissité los sacros óleos de cathecumenos infirmorum, unos y otros con bastante materia en vasos de plata, pero sin decorar aún la parte ynterior por cuia omissión yntentado echar condenasión a los mayordomos.
Reconosí los mandatos de vuestra señoría ilustrísima y no estaua mandada tal dilixencia, por cuia cauza suspendida la condenasión mandé se dorasen a lo menos por la parte ynterior".
En el mandato 23 de la Visita de 1693 se da de plazo un més para llevar a efecto lo decretado en la anterior Visita sobre la tasa de la pila bautismal, lo que pone de relieve que no siempre se cumplían con presteza, y en algún caso tendríamos que hablar incluso de abandono en tema de mandatos. "En el sumidero que tubiere se ponga botón con su espiga justadamente que no suban inmundicias".
La taza de plata con que se bautiza se ha de hacer en forma de concha, "con su cauo a un lado, y pico por donde despida el agua". Con respecto al "sumidero que está en la taquilla del baptisterio, se haga en forma de que el agujero quede del tamaño de un ochauo, y llegue hasta la planicie, y con poca pendiente que lo baste para encaminar las aguas, y en la pared de enfrente se haga otra taquilla para meter los libros sacramentales...,"y por cuanto es indecente que en la taquilla de los santos óleos se depositen otros trastos" se manda que a la estancia donde están los santos óleos se ponga llaue, y se forre de tela de seda morada"[27]
El visitador Francisco Remírez Arias en 1695 describe la pila bautismal como "de piedra de jaspe antigua", la capilla muy húmeda por cuya causa la taza grande estaba "muy negra por el suelo, y del mismo color el agua; mandé se vaciase y con un pedaso de ladrillo se raiese aquel negro causado de la humedad"[28].
El visitador en el mandato de visita octavo de 1695 advertirá que los curas tienen la obligación de tener el cuidado debido "en que las aras, altares y taquilla de los Santos Oleos estén limpios y aseados, registrándolo al menos una bes en la semana". Y el 9 reincide sobre la pila bautismal, hay que poner un "botón de piedra en el sumidero de la taza pequeña", han de dorarse por dentro las "chrismeras, vaso del Santo Oleo, chapas y punteros", y ha de hacerse un "capillo de tela de seda morada para el vaso del Santo Oleo, y se ponga candado en las olieras". En el mismo mandato 9 se decreta que han de hacerse cuatro confesionarios[29].
En 1704, "los vasos en que se guardan los santos óleos" tienen un lugar "decente, siéndolo una taquilla capaz con dos divissiones y forrada en terciopelo morado al lado del Euangelio del altar mayor, son de mediana capacidad y de la forma regular, estando dorados por la parte de adentro con sus chopas y punteros, y teniendo los dos del crisma y cathecum su vnión mediante vna cruz con peana, toda de plata"[30].
Continúa la visita de 1693, que articula la exposición, y prosigue el ministro comisionado para la visita:
"Luego passamos en prossessión por el cuerpo de la yglesia, en cuia naue maior se remató con los responssos y orasiones que ordena el ritual, con lo qual y el rexistro de los libros de Baptismo y Belasiones que allé en la debida forma con la expresión de las sircumsdamias[31] nesesarias y parentescos, auiendo encargado el nuebo mandato de vuestra señoría ylustrísima en que no se dexe el menor blanco en los libros porque se evite la posible falsedad, se finalisó la visita de la yglesia"[32].
La Decencia de la Fábrica Parroquial:
En lo referente a ajuar, los mandatos de visita se encaminan siempre a dignificar los distintos instrumentos de culto. Encontraremos decretos tales como "que la tapa del vaso grande en que se lleva Nuestro Señor por viático a los enfermos se haga de suerte que sierre ajustadamente, de suerte que serrándola con la aguja no se leuante para arriua".[33]
"Yten que se haga un pectoral o caxilla de plata sobredorada, al menos por dentro, la qual tenga su asa y sirua para lleuar el Santísimo Sacramento..."[34].
En visita de 1695 el 9 mandato vuelve a disponer que se compre una "caxita de plata dorada por dentro para llevar a Nuestro Señor de secreto a los enfermos...", por lo que vemos que no siempre se cumplían los mandatos de visita, al menos con puntualidad.
Ha de dorarse, al menos por dentro, el vaso del santo óleo y crismeras, al primero ha de ponérsele capilla de seda morada, "y a los punteros se le quiten los hysopillos y se doren".[35]
Por las resultas de 1695 sabemos que existen en la parroquial tres relicarios uno en el altar mayor y dos en el altar comulgatorio, el vaso de los santos óleos y crismeras está con "bastante materia y de buena calidad, pero sin dorar, la musetita o capillo del vaso de los óleos mui vieja y tan llena de aceite que no avía por donde tomarla", por lo que al parecer se llama la atención al licenciado Vallesteros, mayordomo, pués éste "quedó en remediarlo todo dentro de breve tiempo". En el mandato n 10 se decretará que los misales "se aliñen", y en ellos se incluya el canon, por no poderse í a leer"[36].
En 1707 se ordena mediante los mandatos de Visita al mayordomo de la fábrica "haga acer capa, dos casullas dalmáticas y frontal blanco de damasco, quatro albas de crealeona, y quatro amitos de platilla, dos bolsas negras de corporales". Y "compre el lienzo crudo nezesario para rreintegrar a cada altar desta yglesia los dos lienzos bastos que deve tener los quales se añadirán al ynbentario por quanto sea reconocido los quitan y urtan de los altares a caso por este defecto de no averse ynbentariado, y juntamente hará dicho mayordomo se eche segunda llave que le falta al archivo de esta yglesia".[37]
Los Alcances de Fábrica:
Las tomas de cuentas a la fábrica parroquial expresan renta y obligaciones, ingresos y gastos. Entrarán a favor de la fábrica los ingresos por venta de granos, diezmos, novenos, ingresos de sepulturas...; y por su parte las arcas parroquiales han de asistir a ciertos gastos y obligaciones que serán, por ejemplo, los derechos de visitas, salarios de sacritán, mayordomo, organista, mozos de coro; lavar la ropa, barrer la iglesia, "rexir el relox", "salario de luminaria"; leña para hacer Ostias; gastos de vino, aceite, incienso y cera; subsidio y excusado; solado de sepulturas, vestuario, gasto de maitines, memoria de misas, gastos de Semana Santa. Entre gastos de Semana Santa se consignan lo gastado en palmas y ramos, lo que se asigna al sacristán por armar y desarmar el monumento, por traer los santos óleos; lo pagado al capellán por asistencia a tinieblas el miércoles, jueves y viernes santos; las Pasiones cantadas el Domingo de Ramos, miércoles y viernes santos; el Exultet que se canta el Sábado Santo.
Sobre Gastos de Visita tenemos noticias en 1711, Gregorio Luís Zapata y Palafox al final de su informe dice al prelado que:
"En veinte y siete días que estube en esta villa se gastaron 700 reales, los 618 en la comida, 40 las dos amas, 20 al mozo; 42 los bagajes, de los quales contribuió la fábrica con 479, y con los 221 restantes algunos patronatos y obras pías, de esta villa, y de La Redondela, según estilo de visitas pasadas. Y por sus tanteos consta por menor la cantidad con que cada uno a contribuido ..."[38].
En 21 de Mayo de 1707 se empezaron a tomar las cuentas de fabrica de la parroquial a Francisco Romero, mayordomo, siendo alcanzado en 87.669 maravedís "de las quales se dio traslado a los veneficiados, curas y capellanes y no tubieron que decir, firmaron como testigos y se fenecieron en tres de Julio de 1707".
Nombramiento de Mayordomos y Administración de la Fábrica:
Las Constituciones Sinodales en "De Officio Aecónomi", y en su capítulo primero, dedicado a la elección de los mayordomos de las fábricas de nuestro Arzobispado, advierten que además de ser buenos cristianos y temerosos de Dios, han de ser entendidos, llanos, abonados, que no deban deudas a las iglesias donde han de ser mayordomos, ni sean fiadores, ni parientes dentro de segundo grado del mayordomo próximo pasado, o de otros mayordomos que tengan alcances por pagar. Antes del nombramiento el visitador se habrá de informar, primero del vicario, donde lo hubiere, y de los beneficiados, curas, y demás clérigos acerca de la conveniencia de tal empleo. Tras lo cual, el nuevo mayordomo habrá de obligarse mediante escritura pública ejecutiva de pagar los alcances que les fueren hechos; den fianzas bastantes, y en mayor cantidad de lo que valieren los bienes de las iglesias. No deberá admitirse como fiador el mayordomo que cesa, ni otros que deban alcances.
Deben elegirse mayordomos a clérigos, a ser posible; y de existir otros, no se deberá elegir a curas ni beneficiados. En caso contrario, se nombrará a legos.
Tras la toma de posesión, se entregan al mayordomo los bienes muebles de la iglesia por inventario, de lo que se hará acta del recibo, "para que den cuenta por el y paguen los que faltaren"[39].
Sobre cómo se procedía a la hora de nombrar mayordomos de la fábrica de la parroquial de Lepe tenemos sendas muestras en la documentación custodiada en el AGAS en su fondo de Visitas Pastorales. De Lepe y 10 de mayo de 1711, tenemos una carta del visitador Zapata al señor don Gabriel Sánchez de la Rua, encabeza el documento una nota informando que los curas de la villa son don Juan Bautista Ruiz, don Miguel Ballesteros, Pedro de los Reyes, y don Gregorio Triguero, para continuar como sigue:
"...El vicario de esta villa a tenido respuesta a la propuesta que hizo a don Luís Dáuila sobre mayordomos de fábrica, quien no se determina a confirmarlos respecto de estar ya el marqués de este estado en Madrid. Yo dexo nombrados mayordomos en la conformidad que su excelencia me tiene mandado y preuenido, en los mandatos no admitan a los nombrados por el marqués hasta que se ayan obligado y dado fianzas con las sircuntançias y condisiones que lo hazen los demás mayordomos de este Arzobispado porque aunque se preuiene en el nombramiento de el marqués proseda esta dilixencia a satisfasión de el Vicario no sea esecutado, pues apenas se encuentra quien azepte la mayordomía.
E rreconosido el título que el marqués despacha para las mayordomías de las iglesias de su marquesado, y no consta de que ynterbenga confirmasión de el ordinario siendo este sólo el que pasa sin ello. Respecto de que todos los demás desde curas hasta sacristanes la tienen, quedo al seruiçio de vuestra merced con berdadero afecto rogando a Dios guarde a vuestra merced muchos años. Lepe y maio 10 de 1711. Besa la mano de vuestra merced su mayor servidor y amigo. Don Gregorio Luís Zapata y Palafox (rúbrica)"[40].
Acompaña a la carta traslado de la memoria de las cantidades que tienen en su poder los eclesiásticos de la villa de Lepe por limosna de las misas "que an de decir y firmar desde primero de mayo de este presente año de 1711, en el libro donde se firman las que se dicen por el sargento maior Francisco Caro, aldeano que mandó su merced el señor visitador general se ponga acontinuación de las quentas de collecturía firmada de todos los eclesiásticos para que en conformidad de lo que su merced deja dispuesto en los mandatos de esta visita, no se entregue a eclesiástico alguno del caudal de la disposiçión de dicho sargento mayor limosna para misas sin que primero tenga dichas y firmadas las que cupieren en la cantidad que se refiere queda en poder de cada uno.
-Don Juan Bautista Ruiz.......163 reales y medio
-Don Miguel de Ballesteros....597 " " "
-Don Pedro de los Reies........80 "
-Don Gregorio Fragoso.........298 "
-Don Gaspar de la Feria ......190 "
-Don Juan de Montoia..........300 "
-Don Martín García de Abreu...817 ".
total= 2.446 ".
Avanzando más en el tiempo nos situamos en 1734, éste año la renta de la fábrica de la iglesia parroquial de Santo Domingo será de 117.779 mrs. La renta del noveno de los diezmos de pan, de la que se descuentan 22 fanegas de trigo de pago a ministros, será de 1.502 mrs. En dos novenos de maravedís Pontificales 15.539 mrs. En ingreso de sepultura y capellanías, en los bautismos y velaciones, la renta será de 32.878 mrs.
A esta fabrica está anexa la administración de los patronatos de Francisco Lorenzo y Alonso de Utrera que, entre otros legados, determinaron dotes a sus parientas. Y ya que el caudal de la renta de fábrica es tan corto," i mediante a aver muchos años no ai ninguna que los pretenda"...,"para el cumplimiento de sus obligaciones, se adjudica a ella la perteneciente a dichos legados que corresponden a 3.188 mrs." Por lo que en total la renta viene a ser de 170.886 mrs. Quedará distribuida en salarios a ministros de la iglesia, que anualmente perciben veintidós fanegas de trigo y 67.194 maravedís a repartir entre el mayordomo, el sacristán menor, el sacristán mayor, el organista y tres mozos de coro quienes al mes cobran cada uno 10 reales.
Además de los salarios de los ministros la fábrica ha de cubrir otras necesidades por las que también paga, como lavar la ropa ó atizar las lámparas de los dos sagrarios. Por esta última tarea se dan al sacristán menor veinticuatro reales, y también se encarga de "rexir" el reloj, que necesita al año media arroba de aceite, que también ha de suministrar la fábrica.
La celebración de la misa exige gasto de vino para la zelebracion de las misas, y se necesita suministrar de aceite a las dos lámparas que arden delante de los dos Sagrarios, que anualmente consumen 12 arrobas. Anualmente se vienen a gastar 60 libras de cera, que a 6 reales cada una importan 13.260 mrs.
Hay que contar además los gastos de Semana Santa; los Maitines de Navidad, que están regulados en quatro reales a cada capellán que asiste, y corresponde al año 1.540 mrs; solar las sepulturas; vestuarios al Altar; conmemoración de los difuntos; misas cantadas, y gastos de Visita.
Por todo ello "Montan las obligaciones y gastos precisos que tiene esta fábrica cada año ciento sesenta i siete mil quatrocientos y nueve maravedies...", tras haberse "renovado i hecho de nuebo la cruz de plata de la manga, como también otros gastos de ornamentos... Corre con esta mayordomia Joseph de Avila por nombramiento de la excelentísima Señora Marquesa de Astorga..."
Seguidamente se toma cuenta de la collecturía de testamentos y abintestatos desta Villa desde fin de 1732 hasta agosto de 1735 a D. Juan Esthevan Romero, cura más antiguo y su colector "en cuio tiempo ocurrieron 3630 maravedies de los que se hallaron firmados 1937 i de las que resultaron del alcance se remite testimonio a la Collecturia General, y se nombró por nuebo collector a D. Cecilio Delgado de Garfias asi mismo, cura de dicha Yglesia, quien otorgo scritura de obligacion i fianza..."[41].
Las resultas de fines del siglo XIX nos hablan de un templo en buen estado en cuanto a muros, techumbre, pavimento puertas, y campanario; tiene tres campanas; tiene buenos ornamentos; cuenta con 18 altares de altura proporcionada, a los que a tres de ellos falta mantel, todos tienen cruz y crucifijo; resultando regular la escultura y la pintura ajuicio del arcipreste de Ayamonte.
El Archivo:
La inspección al archivo y a los registros sacramentales está prevista también, y es en este apartado de las resultas de Visitas Pastorales donde se ven los efectos de las primeras normativas de archivo, contempladas ya en las Sinodales, y en las Instrucciones a los Visitadores, que inciden sobre ordenación, conservación, custodia de los fondos, ubicación en lugar seguro a salvo de roedores y la humedad[42].
Las Instrucciones recomiendan se visite "el archivo de la iglesia y donde no lo hubiere, mándelo hacer y reconozca si los papeles se guardan con la custodia necesaria a que dará puntual y eficaz probidenzia, y si los protocolos de fábrica y capellanías estubiere maltratado, haga que se remedie, y de todos los libros y papeles del archivo se hará imbentario, y no se le entregaran sino a quien fuere persona lexítima, dejando reciuo"[43]. Es en este punto donde podemos decir que aparecen las primeras normativas de archivo, sobre su ordenación, conservación, custodia de los fondos, qué documentación ha de contener el archivo, su ubicación en lugar seguro a salvo de los roedores y la humedad.
En 1693 se dispone en los mandatos que los Registros Sacramentales hacer una taquilla en el baptisterio para su custodia.
En 1695 los Registros de Bautismo, Desposorios y Velaciones, que se encuentran en el baptisterio, se hallan "con sus partidas en toda forma".
En la villa de Lepe, cabeza de vicaría, es el vicario quien por bulas pontificias tiene la jurisdicción ordinaria en tema de testamentos y abintestatos, "y de sola esta villa está debajo de fiel custodia el archivo de los autos y papeles sobre ello en casa de los vicarios, a quienes como se ban sucediendo se ban entregando por ynventario..."[44]
En 1732 reconoce el visitador el perjuicio que ocasiona que los administradores y capellanes tengan en sus casas los libros y escrituras de las obras pías. A los efectos negativos que han llegado a nuestros días, pues la documentación se ha perdido en gran medida, intentará poner término el visitador mediante los Mandatos de Visita, así en número cinco de una serie de once mandatos para Lepe ordenará que en el término de seis meses los pongan en el archivo de la iglesia, quedándose sólo con los libros corrientes, poniendo además en este archivo tanteo de las escrituras, fundaciones, reconocimientos y títulos de pertenencia de todas las fincas de las obras pías y capellanías de su administración, advirtiéndo de la pena, que contará con el auxilio del brazo secular, caso de no obedecer". Y "no siendo capaz" el archivo para albergar la documentación, se hará uno nuevo "capaz y fuerte", que tendrá tres llaves, una de las cuales la tendrá el cura más antiguo, otra el mayordomo de la fábrica, y la otra el "archivista", para cuyo empleo se nombró a D. Luís Delgado Velázquez, presbítero, quien "no permitirá se abra ni se saque escriptura ni libro alguno, si no es en caso muy preciso, y en este dexando recibo, y siendo parte lexítima para que se le obligue a su restituzión"[45].
Enterramientos, cementerio y osario:
Terminando ya el siglo XIX, los mandatos recomiendan que a la puerta de la capilla del cementerio católico se procure colocar un forro, bien de cristal o ya de otro genero que evite la entrada de pájaros y otros animales que se introduce, aún con dicha puerta cerrada, que es de barrotes de hierro[46].
El osario es otra estación en la inspección, veremos a los visitadores velar siempre por su decencia y seguridad, su frecuente mención en los mandatos habla del usual y lamentable abandono de este lugar en la parroquia[47].
También es ilustrativo el mandato séptimo de la Visita del año 1732 a éste respecto, por cuanto por parte de las declaraciones de la Santa Congregación de Ritos está prohibido, incluso a las personas "de mayor dignidad" enterrarse en la gradilla de los altares donde se celebra, y en la parroquial de Lepe, la Hermandad de San Pedro tiene un lugar en la bóveda debajo del altar mayor, donde se entierran sus hermanos, y entrada por el lado del Evangelio. "Mandó su merced que dentro de ocho días se sierre, y adelante no se buelua a abrir, sino se le dé entrada por otro sitio..."[48].
En 1878 sabemos que la llave del cementerio la tiene el párroco, y que presenta por fuera un aspecto decente que no parece corresponderse con el aspecto del interior, cuyos sepulcros presentan un estado ruinoso.
Se inspeccionan también ermitas, conventos, hospicios y hospitales, indicándose advocación, ubicación, materiales, planta, puertas, altares, breves descripciones de imágenes, noticias sobre su renta, ermitaño y administrador, estado de conservación, a cargo de quien están. Si se trata de hospitales, si su función es sanitaria, hospitalaria, o ambas a la vez.
Las Ermitas.-
Existen varias ermitas en Lepe, la Ermita de San Sebastián, la de San Cristóbal, la Ermita de la Vera Cruz, la Ermita de la Caridad, que a la vez es hospicio; Nuestra Señora de la Esperanza; San Roque; Ntra Sra de la Blanca; Nuestra Sra de la Soledad; y San Antonio.
Según Rodrigo Caro, visitador en 1622, "En este marquesado ai pocas ermitas, y muy pobres. En su visita procuro el reparo de los edificios en quanto me es posible, i que no sobre nada de los alcançes, que no se gaste en aquellos fines para que los fieles lo dexaron, y pienso que en todas las que hasta oi e visitado se conseguirá este efecto, y no el contrario que se teme, que es llevarselo los ministros de el prior".
En 1695 tenemos constancia que el licenciado Miguel Gerónimo es quien administra la renta de Ntra Sra de la Blanca. "La renta es corta y lo más entra de limosna por la devoción que se tiene a esta Señora. Su iglesia está decente y con mui rasonables alajas y ornamentos".
Existían además las ermitas de la Veracruz, San Roque, San Cristóbal, Nuestra Señora de la Esperanza, y San Antonio que "se está ahora reedificando y ba en buen estado la obra". Todas se encuentran limpias y decentes aunque muy pobres.[49]
En 1706 una nota marginal de las resultas de Visita nos advierte: "dúdase si las hermitas desta Vicaría se administran por el Prior de [ermitas]"[50]. Las resultas de la Visita de 1707 nos confirman la existencia de las siguientes ermitas: Ermita de la Santa Vera Cruz; Ermita de Ntra Sra de la Soledad; Ermita de la Caridad; Ermita de San Roque, que según parece "está a ruynada"; la Ermita de Ntra Sra de la Esperanza; Ermita de San Sebastián; Ermita de San Antonio; Ermita de San Cristóbal; y la Ermita de la Blanca "que es la principal".
De la Ermita de San Roque sabemos que está arruinada, su campana y custodia están bien custodiadas, pero sin esperanzas de ser reparadas por no haber renta alguna para ello, "solo le han quedado las paredes ya mui maltratadas de los temporales"[51].
La Ermita de La Esperanza está destechada, solo cuenta con las paredes, pero éstas son firmes, de cal y canto, su cofradía tiene previsto techarla y tiene comprados algunos materiales, aunque no todos los necesarios. Su Imágen y ornamentos también están en buena custodia.
De la Ermita de La Blanca sabemos que está distante dos leguas, muy cerca de Villablanca, según sus vestigios y cuentas de sus rentas, esgrime el visitador, fue y sirvió de iglesia bautismal a Villablanca "hasta que se fabricó la que oi tiene". La capilla es amplia, y su Imagen de gran devoción en la comarca, adonde de suele venir a hacer novenarios, -aunque "ya no se hacen veladas como antiguamente se hacían" -"para lo qual ai dos quartos capaces con todas oficinas, está bien reparada y preuenida de los ornamentos necesarios para celebrar". En 1711 aparece como administrador de esta ermita Alonso Márquez, escribano de S.M., público del número y cabildo de la villa de Lepe, quien administra bienes y rentas tanto de la ermita como del patronato de Martín Toscano, agregado a ella, en virtud de nombramiento del Marqués de Ayamonte.
-Don Juan Bautista Ruiz.......163 reales y medio
-Don Miguel de Ballesteros....597 " " "
-Don Pedro de los Reies........80 "
-Don Gregorio Fragoso.........298 "
-Don Gaspar de la Feria ......190 "
-Don Juan de Montoia..........300 "
-Don Martín García de Abreu...817 ".
total= 2.446 ".
Avanzando más en el tiempo nos situamos en 1734, éste año la renta de la fábrica de la iglesia parroquial de Santo Domingo será de 117.779 mrs. La renta del noveno de los diezmos de pan, de la que se descuentan 22 fanegas de trigo de pago a ministros, será de 1.502 mrs. En dos novenos de maravedís Pontificales 15.539 mrs. En ingreso de sepultura y capellanías, en los bautismos y velaciones, la renta será de 32.878 mrs.
A esta fabrica está anexa la administración de los patronatos de Francisco Lorenzo y Alonso de Utrera que, entre otros legados, determinaron dotes a sus parientas. Y ya que el caudal de la renta de fábrica es tan corto," i mediante a aver muchos años no ai ninguna que los pretenda"...,"para el cumplimiento de sus obligaciones, se adjudica a ella la perteneciente a dichos legados que corresponden a 3.188 mrs." Por lo que en total la renta viene a ser de 170.886 mrs. Quedará distribuida en salarios a ministros de la iglesia, que anualmente perciben veintidós fanegas de trigo y 67.194 maravedís a repartir entre el mayordomo, el sacristán menor, el sacristán mayor, el organista y tres mozos de coro quienes al mes cobran cada uno 10 reales.
Además de los salarios de los ministros la fábrica ha de cubrir otras necesidades por las que también paga, como lavar la ropa ó atizar las lámparas de los dos sagrarios. Por esta última tarea se dan al sacristán menor veinticuatro reales, y también se encarga de "rexir" el reloj, que necesita al año media arroba de aceite, que también ha de suministrar la fábrica.
La celebración de la misa exige gasto de vino para la zelebracion de las misas, y se necesita suministrar de aceite a las dos lámparas que arden delante de los dos Sagrarios, que anualmente consumen 12 arrobas. Anualmente se vienen a gastar 60 libras de cera, que a 6 reales cada una importan 13.260 mrs.
Hay que contar además los gastos de Semana Santa; los Maitines de Navidad, que están regulados en quatro reales a cada capellán que asiste, y corresponde al año 1.540 mrs; solar las sepulturas; vestuarios al Altar; conmemoración de los difuntos; misas cantadas, y gastos de Visita.
Por todo ello "Montan las obligaciones y gastos precisos que tiene esta fábrica cada año ciento sesenta i siete mil quatrocientos y nueve maravedies...", tras haberse "renovado i hecho de nuebo la cruz de plata de la manga, como también otros gastos de ornamentos... Corre con esta mayordomia Joseph de Avila por nombramiento de la excelentísima Señora Marquesa de Astorga..."
Seguidamente se toma cuenta de la collecturía de testamentos y abintestatos desta Villa desde fin de 1732 hasta agosto de 1735 a D. Juan Esthevan Romero, cura más antiguo y su colector "en cuio tiempo ocurrieron 3630 maravedies de los que se hallaron firmados 1937 i de las que resultaron del alcance se remite testimonio a la Collecturia General, y se nombró por nuebo collector a D. Cecilio Delgado de Garfias asi mismo, cura de dicha Yglesia, quien otorgo scritura de obligacion i fianza..."[41].
Las resultas de fines del siglo XIX nos hablan de un templo en buen estado en cuanto a muros, techumbre, pavimento puertas, y campanario; tiene tres campanas; tiene buenos ornamentos; cuenta con 18 altares de altura proporcionada, a los que a tres de ellos falta mantel, todos tienen cruz y crucifijo; resultando regular la escultura y la pintura ajuicio del arcipreste de Ayamonte.
El Archivo:
La inspección al archivo y a los registros sacramentales está prevista también, y es en este apartado de las resultas de Visitas Pastorales donde se ven los efectos de las primeras normativas de archivo, contempladas ya en las Sinodales, y en las Instrucciones a los Visitadores, que inciden sobre ordenación, conservación, custodia de los fondos, ubicación en lugar seguro a salvo de roedores y la humedad[42].
Las Instrucciones recomiendan se visite "el archivo de la iglesia y donde no lo hubiere, mándelo hacer y reconozca si los papeles se guardan con la custodia necesaria a que dará puntual y eficaz probidenzia, y si los protocolos de fábrica y capellanías estubiere maltratado, haga que se remedie, y de todos los libros y papeles del archivo se hará imbentario, y no se le entregaran sino a quien fuere persona lexítima, dejando reciuo"[43]. Es en este punto donde podemos decir que aparecen las primeras normativas de archivo, sobre su ordenación, conservación, custodia de los fondos, qué documentación ha de contener el archivo, su ubicación en lugar seguro a salvo de los roedores y la humedad.
En 1693 se dispone en los mandatos que los Registros Sacramentales hacer una taquilla en el baptisterio para su custodia.
En 1695 los Registros de Bautismo, Desposorios y Velaciones, que se encuentran en el baptisterio, se hallan "con sus partidas en toda forma".
En la villa de Lepe, cabeza de vicaría, es el vicario quien por bulas pontificias tiene la jurisdicción ordinaria en tema de testamentos y abintestatos, "y de sola esta villa está debajo de fiel custodia el archivo de los autos y papeles sobre ello en casa de los vicarios, a quienes como se ban sucediendo se ban entregando por ynventario..."[44]
En 1732 reconoce el visitador el perjuicio que ocasiona que los administradores y capellanes tengan en sus casas los libros y escrituras de las obras pías. A los efectos negativos que han llegado a nuestros días, pues la documentación se ha perdido en gran medida, intentará poner término el visitador mediante los Mandatos de Visita, así en número cinco de una serie de once mandatos para Lepe ordenará que en el término de seis meses los pongan en el archivo de la iglesia, quedándose sólo con los libros corrientes, poniendo además en este archivo tanteo de las escrituras, fundaciones, reconocimientos y títulos de pertenencia de todas las fincas de las obras pías y capellanías de su administración, advirtiéndo de la pena, que contará con el auxilio del brazo secular, caso de no obedecer". Y "no siendo capaz" el archivo para albergar la documentación, se hará uno nuevo "capaz y fuerte", que tendrá tres llaves, una de las cuales la tendrá el cura más antiguo, otra el mayordomo de la fábrica, y la otra el "archivista", para cuyo empleo se nombró a D. Luís Delgado Velázquez, presbítero, quien "no permitirá se abra ni se saque escriptura ni libro alguno, si no es en caso muy preciso, y en este dexando recibo, y siendo parte lexítima para que se le obligue a su restituzión"[45].
Enterramientos, cementerio y osario:
Terminando ya el siglo XIX, los mandatos recomiendan que a la puerta de la capilla del cementerio católico se procure colocar un forro, bien de cristal o ya de otro genero que evite la entrada de pájaros y otros animales que se introduce, aún con dicha puerta cerrada, que es de barrotes de hierro[46].
El osario es otra estación en la inspección, veremos a los visitadores velar siempre por su decencia y seguridad, su frecuente mención en los mandatos habla del usual y lamentable abandono de este lugar en la parroquia[47].
También es ilustrativo el mandato séptimo de la Visita del año 1732 a éste respecto, por cuanto por parte de las declaraciones de la Santa Congregación de Ritos está prohibido, incluso a las personas "de mayor dignidad" enterrarse en la gradilla de los altares donde se celebra, y en la parroquial de Lepe, la Hermandad de San Pedro tiene un lugar en la bóveda debajo del altar mayor, donde se entierran sus hermanos, y entrada por el lado del Evangelio. "Mandó su merced que dentro de ocho días se sierre, y adelante no se buelua a abrir, sino se le dé entrada por otro sitio..."[48].
En 1878 sabemos que la llave del cementerio la tiene el párroco, y que presenta por fuera un aspecto decente que no parece corresponderse con el aspecto del interior, cuyos sepulcros presentan un estado ruinoso.
Se inspeccionan también ermitas, conventos, hospicios y hospitales, indicándose advocación, ubicación, materiales, planta, puertas, altares, breves descripciones de imágenes, noticias sobre su renta, ermitaño y administrador, estado de conservación, a cargo de quien están. Si se trata de hospitales, si su función es sanitaria, hospitalaria, o ambas a la vez.
Las Ermitas.-
Existen varias ermitas en Lepe, la Ermita de San Sebastián, la de San Cristóbal, la Ermita de la Vera Cruz, la Ermita de la Caridad, que a la vez es hospicio; Nuestra Señora de la Esperanza; San Roque; Ntra Sra de la Blanca; Nuestra Sra de la Soledad; y San Antonio.
Según Rodrigo Caro, visitador en 1622, "En este marquesado ai pocas ermitas, y muy pobres. En su visita procuro el reparo de los edificios en quanto me es posible, i que no sobre nada de los alcançes, que no se gaste en aquellos fines para que los fieles lo dexaron, y pienso que en todas las que hasta oi e visitado se conseguirá este efecto, y no el contrario que se teme, que es llevarselo los ministros de el prior".
En 1695 tenemos constancia que el licenciado Miguel Gerónimo es quien administra la renta de Ntra Sra de la Blanca. "La renta es corta y lo más entra de limosna por la devoción que se tiene a esta Señora. Su iglesia está decente y con mui rasonables alajas y ornamentos".
Existían además las ermitas de la Veracruz, San Roque, San Cristóbal, Nuestra Señora de la Esperanza, y San Antonio que "se está ahora reedificando y ba en buen estado la obra". Todas se encuentran limpias y decentes aunque muy pobres.[49]
En 1706 una nota marginal de las resultas de Visita nos advierte: "dúdase si las hermitas desta Vicaría se administran por el Prior de [ermitas]"[50]. Las resultas de la Visita de 1707 nos confirman la existencia de las siguientes ermitas: Ermita de la Santa Vera Cruz; Ermita de Ntra Sra de la Soledad; Ermita de la Caridad; Ermita de San Roque, que según parece "está a ruynada"; la Ermita de Ntra Sra de la Esperanza; Ermita de San Sebastián; Ermita de San Antonio; Ermita de San Cristóbal; y la Ermita de la Blanca "que es la principal".
De la Ermita de San Roque sabemos que está arruinada, su campana y custodia están bien custodiadas, pero sin esperanzas de ser reparadas por no haber renta alguna para ello, "solo le han quedado las paredes ya mui maltratadas de los temporales"[51].
La Ermita de La Esperanza está destechada, solo cuenta con las paredes, pero éstas son firmes, de cal y canto, su cofradía tiene previsto techarla y tiene comprados algunos materiales, aunque no todos los necesarios. Su Imágen y ornamentos también están en buena custodia.
De la Ermita de La Blanca sabemos que está distante dos leguas, muy cerca de Villablanca, según sus vestigios y cuentas de sus rentas, esgrime el visitador, fue y sirvió de iglesia bautismal a Villablanca "hasta que se fabricó la que oi tiene". La capilla es amplia, y su Imagen de gran devoción en la comarca, adonde de suele venir a hacer novenarios, -aunque "ya no se hacen veladas como antiguamente se hacían" -"para lo qual ai dos quartos capaces con todas oficinas, está bien reparada y preuenida de los ornamentos necesarios para celebrar". En 1711 aparece como administrador de esta ermita Alonso Márquez, escribano de S.M., público del número y cabildo de la villa de Lepe, quien administra bienes y rentas tanto de la ermita como del patronato de Martín Toscano, agregado a ella, en virtud de nombramiento del Marqués de Ayamonte.
La Ermita de la Caridad es hospital de acogimiento, posee un cuarto separado para acogimiento de las mujeres de los pasajeros, "cuidase por el vicario en no admitir gente de mugeres sino es casadas, y con sus maridos, aberiguando la verdad, o su posición, que suele hauer de las cartas de casamientos".
El mandato de la Visita de 1732 nos habla de la Ermita de San Antonio. La "buena memoria de Pedro Sánchez Alemán" fundó una capellanía, de la que en 1732 es capellán en presbítero D. Gonzalo de Rivera, vecino de Cartaya, siendo la voluntad del fundador que en caso de arruinarse la Ermita se suspendiesen las obligaciones de la capellanía, y de sus rentas se reedificara. Teniendo en cuenta la ruina de la Ermita, habría pués que aplicarle las rentas de la capellanía, para lo cual se nombra un administrador que cobrase y efectuase la obra, "al que no se le asignó utilidad alguna", y por desidia el proyecto no llegó a buen término. Para su remedio el visitador ordenará se nombre nuevo administrador, a quien se habrá de asignar un 8% de lo que cobrare, y éste, so pena de veinte ducados y con un plazo de dos meses, ha de obligar a todos los que tienen efectos de dicha capellanía a depositar las cantidades que tengan en el arca de tres llaves de la iglesia, de donde se irán sacando las cantidades precisas para la obra, "que se hará con ynteruención del cura más antiguo, que queda comisionado para que obligue a los morosos. Este pasado el tiempo establecido sin haberse cumplido lo establecido ha de proceder de oficio[52].
Los Conventos.-
En 1622 se registra en los Libros de Visitas un convento de frailes dominicos, en que "assiten doze frailes, y otro de monjas de la misma orden llamado Convento de La Piedad, y fuera del lugar, junto a la mar, ai un convento de frailes descalços de San Francisco, es el Convento de Ntra Sra de Belén, que llaman "La Bella", es casa religiosíssima i santa"[53].
En la Villa de Lepe hay en 1695 dos conventos el de Santo Domingo, de religiosos dominicos, y otro de religiosas dominicas, de cuya vida se informa el visitador advirtiendo haberse dado algunos escándalos en el convento de religiosos, ya que se vivía con más libertad de lo que permite el estado. Por esta razón el provincial visitador mudó tres religiosos, hoy "viven mui ajustados sin salir a la calle religioso alguno si no es a negocio preciso". Viven en mucha pobreza y necesidad.
En cuanto a las religiosas dominicas del Convento de La Piedad, según ilustran las resultas de visitas, observan "toda clausura sin aver comunicaciones ni devociones algunas"[54]. El convento de religiosas dominicas debe su fundación a los Marqueses de Ayamonte, quienes anualmente le tienen asignado 400 fanegas de trigo, y 400 ducados, "aunque ya el día de oy apenas perciuen la mitad de todo esto, y sólo perciuen lo que buenamente por esta razón les dan los Marqueses"[55]. Entre posesiones y tributos el convento administra más de 500 ducados, siendo el número de religiosas que lo habitan de 40, cada una de las cuales tiene su lega profesa que la asiste, "y no se reconoze viuan con inquietud alguna, ni devoción profana, aunque no se conoze entre todas virtud de especial nota".
El mandato de la Visita de 1732 nos habla de la Ermita de San Antonio. La "buena memoria de Pedro Sánchez Alemán" fundó una capellanía, de la que en 1732 es capellán en presbítero D. Gonzalo de Rivera, vecino de Cartaya, siendo la voluntad del fundador que en caso de arruinarse la Ermita se suspendiesen las obligaciones de la capellanía, y de sus rentas se reedificara. Teniendo en cuenta la ruina de la Ermita, habría pués que aplicarle las rentas de la capellanía, para lo cual se nombra un administrador que cobrase y efectuase la obra, "al que no se le asignó utilidad alguna", y por desidia el proyecto no llegó a buen término. Para su remedio el visitador ordenará se nombre nuevo administrador, a quien se habrá de asignar un 8% de lo que cobrare, y éste, so pena de veinte ducados y con un plazo de dos meses, ha de obligar a todos los que tienen efectos de dicha capellanía a depositar las cantidades que tengan en el arca de tres llaves de la iglesia, de donde se irán sacando las cantidades precisas para la obra, "que se hará con ynteruención del cura más antiguo, que queda comisionado para que obligue a los morosos. Este pasado el tiempo establecido sin haberse cumplido lo establecido ha de proceder de oficio[52].
Los Conventos.-
En 1622 se registra en los Libros de Visitas un convento de frailes dominicos, en que "assiten doze frailes, y otro de monjas de la misma orden llamado Convento de La Piedad, y fuera del lugar, junto a la mar, ai un convento de frailes descalços de San Francisco, es el Convento de Ntra Sra de Belén, que llaman "La Bella", es casa religiosíssima i santa"[53].
En la Villa de Lepe hay en 1695 dos conventos el de Santo Domingo, de religiosos dominicos, y otro de religiosas dominicas, de cuya vida se informa el visitador advirtiendo haberse dado algunos escándalos en el convento de religiosos, ya que se vivía con más libertad de lo que permite el estado. Por esta razón el provincial visitador mudó tres religiosos, hoy "viven mui ajustados sin salir a la calle religioso alguno si no es a negocio preciso". Viven en mucha pobreza y necesidad.
En cuanto a las religiosas dominicas del Convento de La Piedad, según ilustran las resultas de visitas, observan "toda clausura sin aver comunicaciones ni devociones algunas"[54]. El convento de religiosas dominicas debe su fundación a los Marqueses de Ayamonte, quienes anualmente le tienen asignado 400 fanegas de trigo, y 400 ducados, "aunque ya el día de oy apenas perciuen la mitad de todo esto, y sólo perciuen lo que buenamente por esta razón les dan los Marqueses"[55]. Entre posesiones y tributos el convento administra más de 500 ducados, siendo el número de religiosas que lo habitan de 40, cada una de las cuales tiene su lega profesa que la asiste, "y no se reconoze viuan con inquietud alguna, ni devoción profana, aunque no se conoze entre todas virtud de especial nota".
En 1707 tendrá 40 religiosas de velo, veinte entran a presentación de los marqueses sin dote alguna, y la obligación de los marqueses para el convento anualmente 408 fanegas de trigo y 200 ducados para la compra de aceite, teniendo como renta de su fábrica este convento 5000 reales, "por lo que es un combento acomodado y obseruante, con la sugeción al provincial de Santo Domingo..."[56].
Respecto al convento de dominicos, dentro de la misma Villa, consta de 10 sacerdotes y tres legos[57], y es sumamente pobre "por cuia razón a muchos años no an adelantado en la obra que se está haciendo de nueva yglesia", que está por techar con los consiguientes inconvenientes para la celebración de los divinos oficios "en una parte del corto claustro que tiene dicho combento"[58].
El Convento de La Bella, de religiosos franciscanos viene a distar "más de un quarto de legua " de la Villa, toma este nombre por la imagen de Ntra Sra a quien está consagrado, "es combento obseruantísimo y mui religioso, y consta de 16 sacerdotes, passalo mui vien por las limosnas contínuas que le hazen efectos de la gran deuoción que ai a dicha ymágen, especialmente de los marineros, por estar este combento situado mui cerca de la plaia del mar"[59].
De este mismo Convento de Nuestra Señora del Valle orden de San Francisco, extramuros de Lepe, tenemos noticias del los frailes que los habitaban en 1813[60], que son: el reverendo padre Fray Alonso de Reyna y Luna, presbítero natural de Morón, y es el guardián del convento, tiene 43 años y presenta licencias "de todo"[61]; el padre Fray Benito Dominguez y Gómez, es presbítero natural del Almendro, tiene 54 años y licencias "de todo"; el padre Fray Juan Machuca y Reyna, presbítero natural de Marbella, tiene 36 y licencias de celebrar.
Por lo que respecta a los "Mandatos de Visitas de los Conventos de Monjas", dados por el cardenal Fernando Niño de Guevara advertirán que no se darán gallinas ni otras aves sino a quien lo mandase el médico, y mensualmente se dará cuenta al visitador "de las que uuiere dado i gastado", por las cédulas del médico. Tampoco se darán gallinas por aguinaldos, ni como regalo ni otro motivo, sino fuese con licencia del visitador por escrito, y llegada la ocasión se tomará "quenta i razón" con indicación del motivo y de la licencia.
Las "depositarias" o mayordomas deberán tener un libro registro de los gastos ordinarios y extraordinarios, "y si tuuieren necesidad de que alguna monja les ayude a escreuir, la abbadesa se la señale..."so pena de priuación de velo, un mes. La cillera ha de tener "mucha cuenta" con el trigo y la cebada que entra en el granero[62]. Y en cuanto al dinero que las monjas tienen en poder de las depositarias, no podrán retirarlo, si no es con licencia expresa de la abadesa, "y sin que le digan en qué lo quieren gastar, so pena de priuación de uelo negro a la monja que lo hiziere, i a la depositaria que sin la dicha licencia lo diere...".
Las dotes de las novicias se emplearan según el criterio del visitador, sin que pueda gastarse nada, aún siendo de urgencia, sin licencia del ordinario, o del visitador por escrito.
La puerta "reglar" habrá de estar siempre cerrada, nadie podrá utilizarla sin licencia del ordinario, o del visitador por escrito. Cuando se abra "la puerta grande", las porteras tendrán "el uelo delante del rostro, cuando abrieren y cerraren, encubriéndose con la misma puerta, de manera que no las uean los de fuera...", lo que habrá de cumplirse bajo pena de privación del oficio. Nadie, ni religioso ni seglar, de ningún estado ni condición, podrá pasar "dentro de la clausura", excepto el médico, cirujano o el barbero, con licencia expresa del ordinario, o del visitador por escrito, licencias que no se concederán de ninguna manera si no es observando lo estipulado por el Concilio Tridentino.
La abadesa ha de tener las "llaues de los libratorios, i no las tengan las porteras, ni otra alguna monja.
Ninguna monja de cualquier edad y condición puede llevar "cosas de oro, plata, aljofar. perlas, granates, gargantillas, ni braçaletes; ni traiga uelo de seda, ni de seda i lana; ni uestido de color, aunque sea debaxo del ábito, si no fuere pardo o frailesco; ni escapulario de seda; ni tocas almidonadas, ni rizas, ni amarillas, ni sueltas, i sin plegar, ni puestras extraordinarias, ni puestas ni tocadas diferentemente de como las traen las demás monjas ancianas, graues i religiosas de la casa. I que asímismo, el calzado sea onesto; i no traigan en los chapines cintas de seda, ni de color; ni se ciñan con los listones de seda, i que anden con mucha onestidad i llaneza, como conuiene a uerdaderas religiosas" de manera que la honestidad exterior sea reflejo de la limpieza de sus almas.
Hospitales.-
Las noticias que llegan del Hospital de la Misericordia en 1695, son que se dedica a la curación de enfermos, acoger a pobres de noche y conducirlos a otros lugares. Se toman sus cuentas y alcanza los dos mil reales. Sabemos que en el momento de la visita no acogía a ningún pobre enfermo, pero parece constan al visitador que "quando los ai se le acude con lo necesario"[63].
En 1707 se toman cuentas del Hospital de la Santa Misericordia, sito en su ermita, el administrador es entonces Baltasar Romero, quien sería alcanzado en 37485 maravedís.
Sabemos por las resultas de 1734, que el Hospital de la Misericordia tiene en ese año de renta anual, regulada por quinquenios, 8733 maravedís; 8.089 maravedís en 21 numeros de tributos, y los 544 restantes en limosnas distribuídas en una misa rezada por quien le dejó renta, sustento y curación de pobres y transporte de enfermos a los lugares circunvecinos; aceite para la lámpara que arde en este hospital, salario de sangrador y hospitalario, gasto de botica y entierro de los pobres que mueren en este hospital, además de otras memorias para la manutención de esta casa, y derechos de cuentas tomados por el vicario y por las ultimas que dio D. francisco Camacho Galdames su administrador hasta febrero 1735 resultaron de alcance contra el susodicho 189 maravedies que consintió, se le condenó a supervisión y aprobación.
También está el Hospital de la Caridad, que hace las veces de hospicio o asilo.
Las Instrucciones recomendarán a los visitadores que hagan "ynquisición de cómo se trata a los enfermos". Además, el visitador tiene otro cometido, la inspección de las cárceles, aunque la información sobre este punto es parquísima. El prelado por medio de las Instrucciones comete al visitador para que le informe de la existencia de reos o "miserables personas tenidas en ellas por mucho tiempo", para estar al tanto de lo que necesitan para su remedio y salir de la prisión. Los informes sobre este particular suelen limitarse a breves noticias que identifican casos y reos, dentro del apartado de escándalos y pecados públicos.
Podemos concluir destacando la utilidad de esta interesantísima fuente documental que nos muestra cristalinamente la realidad económica, artística, arquitectónica, la devoción, la espiritualidad del pueblo lepero materializada en edificios, ornamentos, ajuar, administración... Todo en función de probar el amor a Dios, su adoración y alabanza mediante obras fácticas y tangibles; mediante la sumisión a los canones de Trento, y al Papa; a las Constituciones Sinodales y a la jurisdicción ordinaria, es decir, la sumisión y obediencia ciega al arzobispo; acatamiento de las Instrucciones por parte de los visitadores; y por parte de los parroquianos, su colaboración a la hora de poner en práctica la Ley Divina.
[1] .-Calderón Berrocal, María del Carmen. "La Parroquia en los Libros de Visitas del siglo XVII del Arzobispado de Sevilla". Salamanca, X Congreso de Archiveros eclesiásticos, 1994 (en prensa).
.-Calderón Berrocal, María del Carmen. "Santa Olalla en los Libros de Visitas del Arzobispado de Sevilla. Siglo XVII." Santa Olalla, Jornadas de la Sierra Norte de Huelva, Diputación provincial, 1994. (en prensa).
.-Calderón Berrocal, María del Carmen. "Cantillana en los Libros de Visitas del Arzobispado de Sevilla. Siglo XVII." Ayuntamiento de Cantillana, Cuadernos de Historia Local, 1994 (en prensa).
El margen de oscilación entre visita y visita pastoral en la archidiócesis hispalense viene a ser entre 3-4 años.
[2] Archivo General del Arzobispado de Sevilla (AGAS), Visitas 2923. "Instrucciones a los Visitadores deste Arzobispado".
[3] El Sínodo diocesano del Arzobispado de Toledo de 1804, recomendará la visita " una vez cada año, y todas las demás que fuere necesario..."
[4] Constituciones Sinodales de 1604, 1705, Instrucción para los Visitadores del Arzobispado de Sevilla...
[5] .-AGAS, Visitas 2923. "Instrucciones a los Visitadores deste Arzobispado".
[6] Visitas 1442, Mandato n1 9 de la Visita a la villa de Lepe.
[7] Visitas 1375.
[8] Constituciones Sinodales de 1604 e instrucciones para los visitadores de 1705.
[9] Calderón Berrocal, M0 del Carmen. "Cantillana en los Libros de Visitas del Arzobispado de Sevilla. Siglo XVII". Cantillana Cuadernos de Historia Local, en prensa.
[10] Constituciones Sinodales; instrucciones a los visitadores; correspondencia con vicarios, visitadores, arciprestes, párrocos...; Pliegos Secretos...
[11] Visitas 1352.
A veces las Resultas se remiten desde otro lugar distinto al lugar del que se informa, cualquiera de los lugares incluidos en el itinerario de visita del ministro. Lepe pertenece a la vereda del Condado de Niebla.
[12] Visitas 1332, R.10.
[13] Visitas 1332, R.10.
[14] Visitas 1344.
[15] Visitas 1344.
[16] Visitas 1344.
[17] Constituciones del Arzobispado de Sevilla, Fernando Niño de Guevara, 1604. Lib.II, Tit.1, párrafos del 22 al 25.
[18] Mandato 131 de la Visita de 1678, Visitas 1443.
[19] Mandato 151 de Visita de 1678, Visitas 1443.
[20] Visitas 1452.
[21] Visitas 1442.
[22] Visitas 1339.
[23] Visitas 1339, mandato 191.
[24] Visitas 1442.
[25] Visitas 1344.
[26] Visitas 1442.
[27] Visitas 1339, mandato 251 al 271.
[28] Visitas 1442.
[29] Visitas 1442.
[30] Visitas 1344.
[31] Alude a los requisitos indispensables que han de tener los Registros Sacramentales según Trento, y que contemplan las Constituciones Sinodales del Arzobispado de Sevilla, aplicación local de los decretos tridentinos.
[32] Visitas 1343.
[33] Visitas 1339, mandato 201.
[34] Visitas 1339, mandato 211.
[35] Visitas 1339, mandato 241.
[36] Visitas 1442.
[37] Visitas 1345.
[38] Visitas 1352.
[39] Constituciones Sinodales 1604, Lib. III, Tit.V "De Officio Aecónomi", Cap. 11 "De la elección de los mayordomos de las fábricas".
[40] Visitas 1454.R4.N10
[41] Visitas 1380.
[42] Visitas 2923 "Instrucción a los Visitadores deste Arzobispado".
Calderón Berrocal, María del Carmen."La Parroquia en los Libros de Visitas del Siglo XVII del Arzobispado de Sevilla". X Congreso de Archiveros Eclesiásticos, Salamanca, 1994.
[43] AGAS, Visitas 2923 "Instrucciones a los Visitadores deste Arzobispado".
[44] Visitas 1345.
[45] Visitas 1375.
[46] Visitas 1452.
[47] AGAS, Visitas 2923 "Instrucciones a los visitadores deste Arzobispado".
[48] Visitas 1375.
[49] Visitas 1442.
[50] Visitas 1345.
[51] Visitas 1345.
[52] Visitas 1375.
[53] Visitas 1332.R10.
[54] Visitas 1442.
[55] Visitas 1344.
[56] Visitas 1345.
[57] que en 1707 ascienden a cinco.
[58] Visitas 1345 confirma que la obra sigue parada en 1707, sirviendo de iglesia "un pedazo de claustro".
[59] Visitas 1344.
[60] Visitas 1405.
[61] Licencias de celebrar, confesar, predicar.
[62] Habremos de aclarar que la "cillera" era la religiosa encargada de la "cilla", sitio destinado para recoger y guardar los granos y frutos que tocan a los diezmos. Según nos ilustra el Diccionario de Autoridades. La voz "cillazgo" vendría a definirnos el "derecho que se paga por los interessados en los diezmos por recoger y guardar en la cilla los granos, y demás frutos decimales".
[63] Visitas 1442.
Respecto al convento de dominicos, dentro de la misma Villa, consta de 10 sacerdotes y tres legos[57], y es sumamente pobre "por cuia razón a muchos años no an adelantado en la obra que se está haciendo de nueva yglesia", que está por techar con los consiguientes inconvenientes para la celebración de los divinos oficios "en una parte del corto claustro que tiene dicho combento"[58].
El Convento de La Bella, de religiosos franciscanos viene a distar "más de un quarto de legua " de la Villa, toma este nombre por la imagen de Ntra Sra a quien está consagrado, "es combento obseruantísimo y mui religioso, y consta de 16 sacerdotes, passalo mui vien por las limosnas contínuas que le hazen efectos de la gran deuoción que ai a dicha ymágen, especialmente de los marineros, por estar este combento situado mui cerca de la plaia del mar"[59].
De este mismo Convento de Nuestra Señora del Valle orden de San Francisco, extramuros de Lepe, tenemos noticias del los frailes que los habitaban en 1813[60], que son: el reverendo padre Fray Alonso de Reyna y Luna, presbítero natural de Morón, y es el guardián del convento, tiene 43 años y presenta licencias "de todo"[61]; el padre Fray Benito Dominguez y Gómez, es presbítero natural del Almendro, tiene 54 años y licencias "de todo"; el padre Fray Juan Machuca y Reyna, presbítero natural de Marbella, tiene 36 y licencias de celebrar.
Por lo que respecta a los "Mandatos de Visitas de los Conventos de Monjas", dados por el cardenal Fernando Niño de Guevara advertirán que no se darán gallinas ni otras aves sino a quien lo mandase el médico, y mensualmente se dará cuenta al visitador "de las que uuiere dado i gastado", por las cédulas del médico. Tampoco se darán gallinas por aguinaldos, ni como regalo ni otro motivo, sino fuese con licencia del visitador por escrito, y llegada la ocasión se tomará "quenta i razón" con indicación del motivo y de la licencia.
Las "depositarias" o mayordomas deberán tener un libro registro de los gastos ordinarios y extraordinarios, "y si tuuieren necesidad de que alguna monja les ayude a escreuir, la abbadesa se la señale..."so pena de priuación de velo, un mes. La cillera ha de tener "mucha cuenta" con el trigo y la cebada que entra en el granero[62]. Y en cuanto al dinero que las monjas tienen en poder de las depositarias, no podrán retirarlo, si no es con licencia expresa de la abadesa, "y sin que le digan en qué lo quieren gastar, so pena de priuación de uelo negro a la monja que lo hiziere, i a la depositaria que sin la dicha licencia lo diere...".
Las dotes de las novicias se emplearan según el criterio del visitador, sin que pueda gastarse nada, aún siendo de urgencia, sin licencia del ordinario, o del visitador por escrito.
La puerta "reglar" habrá de estar siempre cerrada, nadie podrá utilizarla sin licencia del ordinario, o del visitador por escrito. Cuando se abra "la puerta grande", las porteras tendrán "el uelo delante del rostro, cuando abrieren y cerraren, encubriéndose con la misma puerta, de manera que no las uean los de fuera...", lo que habrá de cumplirse bajo pena de privación del oficio. Nadie, ni religioso ni seglar, de ningún estado ni condición, podrá pasar "dentro de la clausura", excepto el médico, cirujano o el barbero, con licencia expresa del ordinario, o del visitador por escrito, licencias que no se concederán de ninguna manera si no es observando lo estipulado por el Concilio Tridentino.
La abadesa ha de tener las "llaues de los libratorios, i no las tengan las porteras, ni otra alguna monja.
Ninguna monja de cualquier edad y condición puede llevar "cosas de oro, plata, aljofar. perlas, granates, gargantillas, ni braçaletes; ni traiga uelo de seda, ni de seda i lana; ni uestido de color, aunque sea debaxo del ábito, si no fuere pardo o frailesco; ni escapulario de seda; ni tocas almidonadas, ni rizas, ni amarillas, ni sueltas, i sin plegar, ni puestras extraordinarias, ni puestas ni tocadas diferentemente de como las traen las demás monjas ancianas, graues i religiosas de la casa. I que asímismo, el calzado sea onesto; i no traigan en los chapines cintas de seda, ni de color; ni se ciñan con los listones de seda, i que anden con mucha onestidad i llaneza, como conuiene a uerdaderas religiosas" de manera que la honestidad exterior sea reflejo de la limpieza de sus almas.
Hospitales.-
Las noticias que llegan del Hospital de la Misericordia en 1695, son que se dedica a la curación de enfermos, acoger a pobres de noche y conducirlos a otros lugares. Se toman sus cuentas y alcanza los dos mil reales. Sabemos que en el momento de la visita no acogía a ningún pobre enfermo, pero parece constan al visitador que "quando los ai se le acude con lo necesario"[63].
En 1707 se toman cuentas del Hospital de la Santa Misericordia, sito en su ermita, el administrador es entonces Baltasar Romero, quien sería alcanzado en 37485 maravedís.
Sabemos por las resultas de 1734, que el Hospital de la Misericordia tiene en ese año de renta anual, regulada por quinquenios, 8733 maravedís; 8.089 maravedís en 21 numeros de tributos, y los 544 restantes en limosnas distribuídas en una misa rezada por quien le dejó renta, sustento y curación de pobres y transporte de enfermos a los lugares circunvecinos; aceite para la lámpara que arde en este hospital, salario de sangrador y hospitalario, gasto de botica y entierro de los pobres que mueren en este hospital, además de otras memorias para la manutención de esta casa, y derechos de cuentas tomados por el vicario y por las ultimas que dio D. francisco Camacho Galdames su administrador hasta febrero 1735 resultaron de alcance contra el susodicho 189 maravedies que consintió, se le condenó a supervisión y aprobación.
También está el Hospital de la Caridad, que hace las veces de hospicio o asilo.
Las Instrucciones recomendarán a los visitadores que hagan "ynquisición de cómo se trata a los enfermos". Además, el visitador tiene otro cometido, la inspección de las cárceles, aunque la información sobre este punto es parquísima. El prelado por medio de las Instrucciones comete al visitador para que le informe de la existencia de reos o "miserables personas tenidas en ellas por mucho tiempo", para estar al tanto de lo que necesitan para su remedio y salir de la prisión. Los informes sobre este particular suelen limitarse a breves noticias que identifican casos y reos, dentro del apartado de escándalos y pecados públicos.
Podemos concluir destacando la utilidad de esta interesantísima fuente documental que nos muestra cristalinamente la realidad económica, artística, arquitectónica, la devoción, la espiritualidad del pueblo lepero materializada en edificios, ornamentos, ajuar, administración... Todo en función de probar el amor a Dios, su adoración y alabanza mediante obras fácticas y tangibles; mediante la sumisión a los canones de Trento, y al Papa; a las Constituciones Sinodales y a la jurisdicción ordinaria, es decir, la sumisión y obediencia ciega al arzobispo; acatamiento de las Instrucciones por parte de los visitadores; y por parte de los parroquianos, su colaboración a la hora de poner en práctica la Ley Divina.
[1] .-Calderón Berrocal, María del Carmen. "La Parroquia en los Libros de Visitas del siglo XVII del Arzobispado de Sevilla". Salamanca, X Congreso de Archiveros eclesiásticos, 1994 (en prensa).
.-Calderón Berrocal, María del Carmen. "Santa Olalla en los Libros de Visitas del Arzobispado de Sevilla. Siglo XVII." Santa Olalla, Jornadas de la Sierra Norte de Huelva, Diputación provincial, 1994. (en prensa).
.-Calderón Berrocal, María del Carmen. "Cantillana en los Libros de Visitas del Arzobispado de Sevilla. Siglo XVII." Ayuntamiento de Cantillana, Cuadernos de Historia Local, 1994 (en prensa).
El margen de oscilación entre visita y visita pastoral en la archidiócesis hispalense viene a ser entre 3-4 años.
[2] Archivo General del Arzobispado de Sevilla (AGAS), Visitas 2923. "Instrucciones a los Visitadores deste Arzobispado".
[3] El Sínodo diocesano del Arzobispado de Toledo de 1804, recomendará la visita " una vez cada año, y todas las demás que fuere necesario..."
[4] Constituciones Sinodales de 1604, 1705, Instrucción para los Visitadores del Arzobispado de Sevilla...
[5] .-AGAS, Visitas 2923. "Instrucciones a los Visitadores deste Arzobispado".
[6] Visitas 1442, Mandato n1 9 de la Visita a la villa de Lepe.
[7] Visitas 1375.
[8] Constituciones Sinodales de 1604 e instrucciones para los visitadores de 1705.
[9] Calderón Berrocal, M0 del Carmen. "Cantillana en los Libros de Visitas del Arzobispado de Sevilla. Siglo XVII". Cantillana Cuadernos de Historia Local, en prensa.
[10] Constituciones Sinodales; instrucciones a los visitadores; correspondencia con vicarios, visitadores, arciprestes, párrocos...; Pliegos Secretos...
[11] Visitas 1352.
A veces las Resultas se remiten desde otro lugar distinto al lugar del que se informa, cualquiera de los lugares incluidos en el itinerario de visita del ministro. Lepe pertenece a la vereda del Condado de Niebla.
[12] Visitas 1332, R.10.
[13] Visitas 1332, R.10.
[14] Visitas 1344.
[15] Visitas 1344.
[16] Visitas 1344.
[17] Constituciones del Arzobispado de Sevilla, Fernando Niño de Guevara, 1604. Lib.II, Tit.1, párrafos del 22 al 25.
[18] Mandato 131 de la Visita de 1678, Visitas 1443.
[19] Mandato 151 de Visita de 1678, Visitas 1443.
[20] Visitas 1452.
[21] Visitas 1442.
[22] Visitas 1339.
[23] Visitas 1339, mandato 191.
[24] Visitas 1442.
[25] Visitas 1344.
[26] Visitas 1442.
[27] Visitas 1339, mandato 251 al 271.
[28] Visitas 1442.
[29] Visitas 1442.
[30] Visitas 1344.
[31] Alude a los requisitos indispensables que han de tener los Registros Sacramentales según Trento, y que contemplan las Constituciones Sinodales del Arzobispado de Sevilla, aplicación local de los decretos tridentinos.
[32] Visitas 1343.
[33] Visitas 1339, mandato 201.
[34] Visitas 1339, mandato 211.
[35] Visitas 1339, mandato 241.
[36] Visitas 1442.
[37] Visitas 1345.
[38] Visitas 1352.
[39] Constituciones Sinodales 1604, Lib. III, Tit.V "De Officio Aecónomi", Cap. 11 "De la elección de los mayordomos de las fábricas".
[40] Visitas 1454.R4.N10
[41] Visitas 1380.
[42] Visitas 2923 "Instrucción a los Visitadores deste Arzobispado".
Calderón Berrocal, María del Carmen."La Parroquia en los Libros de Visitas del Siglo XVII del Arzobispado de Sevilla". X Congreso de Archiveros Eclesiásticos, Salamanca, 1994.
[43] AGAS, Visitas 2923 "Instrucciones a los Visitadores deste Arzobispado".
[44] Visitas 1345.
[45] Visitas 1375.
[46] Visitas 1452.
[47] AGAS, Visitas 2923 "Instrucciones a los visitadores deste Arzobispado".
[48] Visitas 1375.
[49] Visitas 1442.
[50] Visitas 1345.
[51] Visitas 1345.
[52] Visitas 1375.
[53] Visitas 1332.R10.
[54] Visitas 1442.
[55] Visitas 1344.
[56] Visitas 1345.
[57] que en 1707 ascienden a cinco.
[58] Visitas 1345 confirma que la obra sigue parada en 1707, sirviendo de iglesia "un pedazo de claustro".
[59] Visitas 1344.
[60] Visitas 1405.
[61] Licencias de celebrar, confesar, predicar.
[62] Habremos de aclarar que la "cillera" era la religiosa encargada de la "cilla", sitio destinado para recoger y guardar los granos y frutos que tocan a los diezmos. Según nos ilustra el Diccionario de Autoridades. La voz "cillazgo" vendría a definirnos el "derecho que se paga por los interessados en los diezmos por recoger y guardar en la cilla los granos, y demás frutos decimales".
[63] Visitas 1442.
Artículo: “Lepe en la Visitatio Rerum de la Archidiócesis Hispalense. 1622‑1880”. Diputación Huelva. Ayuntamiento de Lepe, 1995.